#BlancoYEnBotella | En defensa de Lopetegui
Sé que lo que voy a decir en esta atalaya que, una vez más, libremente me brinda MadridistaReal no va a resultar en absoluto popular y me va a generar más de un comentario desagradable y negativo, pero creo firmemente que debía hacerlo, especialmente ahora que desde algunos medios se rumorea con la continuidad de Julen Lopetegui en el equipo.
Pues bien, vaya por delante que estoy radicalmente en contra de esta idea que, por lo visto, también seduce a una parte de la afición. Explico por qué.
¿Por qué no hay que cesar a Lopetegui en estos momentos?
El primer motivo es que, si hasta en una actividad tan denostada como es la política se le concede al presidente electo un período de gracia de 100 días, ¿cómo no se lo vamos a dar a Julen Lopetegui, que no lleva ni 80?
En segundo lugar, es una cuestión de confianza y sobre todo, de paciencia. Arrancar un proyecto desde “cero” no es tarea fácil y necesita cierto período de adaptación.
Un período que, ni siempre ha de ser el mismo ni, por descontado, tiene un plazo estándar ni cuenta con una fórmula magistral válida para todo el mundo y en todos los equipos, sino que ésta es variable y depende de infinidad de factores para que esas piezas vayan ensamblándose.
Recordemos, por ejemplo, cómo empezó su trayectoria Zidane en el primer equipo en sus dos primeros meses y cómo habríamos acabado si Florentino Pérez hubiese hecho caso a esas voces que, como en el Tendido “7” pitan al toro según sale de toriles sin dar tiempo siquiera a ver la faena, clamaban por una destitución del francés debido a la ausencia de juego y resultados en esas primeras jornadas en el banquillo.
Pero es que, para más inri, este nuevo proyecto ha nacido con un hándicap fundamental como es la ausencia de Cristiano Ronaldo. Un jugador clave y definitivo como pocos ha habido en la historia del club y a cuyo alrededor se había estructurado prácticamente todo el juego del equipo en los últimos ocho años.
Desacostumbrar a todo un colectivo a esa forma de jugar y de entender el juego, y, que, llevaba tanto tiempo trabajando por y para el portugués, no es una cuestión en absoluto baladí.
Todo lo contrario. Los jugadores, los veteranos y las nuevas incorporaciones –que a pesar de lo que nos vendan, sí han llegado- a los fundamentos tácticos de Lopetegui, basados en una presión altísima de todo el equipo sobre la salida de balón del rival y en un fútbol mucho más “coral” y colectivo, aderezado de una circulación rápida del balón de banda a banda, como ya se ha podido ver en algunos, bastantes, momentos de la temporada no es tarea fácil.
Un juego prometedor que merece nuestra confianza
En la pretemporada se pudieron ver algunos atisbos de ese fútbol que, lejos de lo que nos dicen los más puristas, no se parece en nada al tiki-taka insípido, plano e insulso de los equipos de Guardiola y otros apóstoles del juego de toque.
Y si se ha logrado en unas cuantas ocasiones y el público ha salido más que satisfecho con el resultado, no entiendo por qué se duda tanto. De hecho, el resumen más claro de que lo que persigue Lopetegui alcanzó su cima el día del partido de Champions ante la Roma hace apenas un par de semanas, aunque como digo, hemos podido ver momentos de muy buen juego y resultados en otros partidos como contra el Leganés o el Getafe en Liga.
Ahora bien, no es menos cierto que el equipo sigue adoleciendo de una endeblez extraordinaria en defensa, un mal endémico que arrastramos desde tiempo inmemorial. La imposibilidad de conseguir un buen balance defensivo y acabar los partidos sin encajar, especialmente debido a errores de concentración graves, muchos de ellos bastante groseros, nos ha lastrado y mucho.
¿Es eso culpa de Lopetegui? Sí y no. Que Varane se trague un balón absurdo y sencillo en el primer minuto de la Supercopa ante Diego Costa que nos cuesta el primer gol del partido no creo que sea culpa del técnico vasco. Como del hecho que Kroos se juegue un balón absurdo con una volea ridícula que acaba en los pies de un delantero del CSKA en el primer minuto y nos ponga el partido en chino. Y como estos, unos cuantos más.
Pero esa endeblez y falta de concentración casi endémicas y que han padecido no sólo el propio Julen sino todos sus predecesores, sin excepción, en los últimos 10 años como mínimo se tiene que revertir. Y trabajar duro. Y si no se puede por las buenas, habrá que hacerlo por las malas.
No es de recibo que un equipo como el Real Madrid cierre todas sus temporadas con una indecente media de más de un gol en contra por partido, a años-luz de los registros de sus rivales, tanto en Liga como en Champions, lo que demuestra que, de no haber tenido un jugador estelar capaz de llevar al equipo a más de 100 goles por temporada de forma casi sistemática, habríamos fracasado estrepitosamente en todas estas competiciones.
La encrucijada de Lopetegui
Ahora bien, la situación de Julen Lopetegui es harto peligrosa ya que está dando muestras alarmantes de estar cayendo en una peligrosa tentación como es la de echarse en brazos de las vacas sagradas del vestuario. Mal haría, pues, si el vasco tomase esa senda para sobrevivir.
Un craso error del que está mostrando síntomas como por ejemplo darle todo el mando en plaza a Sergio Ramos, que como hemos podido ver estos meses, hace y deshace a su antojo, tirando faltas, penaltis y decidiendo a su antojo cuándo incorporarse al ataque como si no hubiese un mañana.
O alineando a Marcelo, un jugador en franca pésima forma y en una situación claramente inferior a la de sus compañeros y que, pese a todo y hasta su lesión ha jugado casi todos los partidos.
Da la sensación de que Lopetegui “entendió” correctamente el mensaje que el brasileño le lanzó cuando el técnico vasco –acertadamente por cierto- optó por sentarle en el banquillo después de un lastimoso partido en Montilivi ante el Girona.
Si hace eso en vez de apostar por sus propias ideas y estilo, estará acabado porque la historia del club está llena de ejemplos en los que someterse al poder del vestuario sólo es pan para hoy y hambre para mañana y acabará “eyectado” del banquillo blanco.
Si, por el contrario, cae por defender su estilo y su “libreto”, al menos se podrá ir del Real Madrid con la cabeza bien alta porque la dignidad, personal y profesional, es algo que debería estar muy por encima de todo. Y Lopetegui ha dado muestras de sobra de que, de eso, anda sobrado.
Texto: Diego J. Montero
Foto de portada: Antena2