#BlancoInmaculado | Lo nunca visto
Son las 12 de la noche y estoy viendo una y otra vez, decenas de veces, el alucinante golazo de chilena del gran Cristiano Ronaldo, filmado desde por lo menos 7 tomas distintas. Y la ovación de casi un minuto del estadio Allianz de Turín en pie, rendidos ante el mejor. No es una ovación cualquiera, es el reconocimiento unánime de un público más que entendido y exigente, 33 veces campeón del scudetto, y que este año va a revalidar dicho título por séptima vez consecutiva. Buffon, il grande capitano, se ha rendido una vez más a la realidad: Cristiano es único. El Twitter oficial de la Juventus literalmente escribió esto: “Minuto 64’ – Segundo del @realmadrid . Chilena desde el punto de penalti de Cristiano Ronaldo. El #AllianzStadium tributa un larguísimo (y merecido) aplauso al jugador del Madrid.”
Si un estadio en pleno de un equipo tan prestigioso se ha puesto en pie, quien soy yo para añadir ni una letra más a esta gloriosa gesta. En ese preciso instante, me llovieron whatsapp’s de amigos que llevan muchos muchos años viendo fútbol y diciéndome “Qué golazo!!! Es de lo mejor que he visto NUNCA.” “Bru-tal!!! Este quedará para la historia!!!” “Pedazo de chilena. Jamás visto!” y muchos más así.
Ese golazo-obra de arte-8ª maravilla del mundo acabó por destrozar a la Vecchia Signora. Era el minuto 63’. Tras una primera media hora de ensueño, en la que en el minuto 2 Cristiano – siempre Cristiano – ya había enviado a la papelera el plan primitivo de Allegri (es decir, un autobús en toda regla, un catenaccio made in Trapattoni, con prácticamente 7 u 8 jugadores prestos a jugar detrás del balón, con dobles laterales), el Madrid, como ocurre de tanto en cuanto, se tuvo que poner a recular ante el enorme amor propio de los juventinos, azuzados por la fuerza de Khedira y la enorme calidad individual de Dybala, junto a los arrestos del gladiador Higuaín. Un Pipa por cierto que a punto estuvo de marcar el clásico gol del ex, rematando a quemarropa, como en aquella película de John Boorman protagonizada por el gran Lee Marvin, a 3 metros de la línea de gol, contrarrestada por una de los paradones del año de nuestro tico Keylor.
Los últimos quince minutos de la primera parte se nos hicieron eternos, el Madrid no conseguía sacar el balón con criterio, y llegué a contar, caso extrañísimo, tres errores en las entregas de Lukita Modric a sus compañeros. Ya no llegábamos al círculo central, y los diversos arreones de los blanquinegros, con mucho más corazón que criterio, nos hacían pedir a más de uno la hora al turco Çakir, el cual, dicho sea de paso, hizo un arbitraje harto diferente al que nos tienen acostumbrados los secuaces de “te queremos Victoriano”, mostrando las tarjetas adecuadas (Dybala por piscinazo y Ramos por reiteración, por ejemplo) y no señalando una mano involuntaria de Casemiro en el pico del área con el colegiado situado de frente y a cinco metros de distancia.
Era humanamente imposible que la Juventus aguantase ese ritmo frenético hasta el final del partido. Con todo y con eso, salieron los locales en la segunda parte con el firme propósito de igualar el resultado para dar vida a la eliminatoria. Dominio, presión, mucho córner, un libre directo de Dybala que casi se cuela tras rebotar en la barrera. Al Madrid se le notaba más fresco físicamente pero la Juventus no paraba de empujar a los nuestros.
Hasta que llegó el GOL. Chiellini no se entendió con Gigi Buffon, Cristiano se vació por perseguir el balón en la línea de fondo, pase de la muerte a Lucas Vázquez, paradón con palomita del veterano cancerbero, Carvajal controla por la derecha y ve a nuestro 7 en el punto de penalti. Y en ese momento, como cuando Curro Romero lograba de vez en cuando en la Real Maestranza de Sevilla, “se pararon los relojes”. Era el momento mágico de los flashes de los fotógrafos, se estaban cocinando todas las portadas de los diarios serios de hoy. La pierna derecha de Cris se elevó hasta los 2,23 metros para fusilar sin piedad al gran Gianluigi Buffon, un cavaliere del fútbol irrepetible, que apenas se movió y pudo contemplar en butaca preferente como el balón penetraba la portería por su flanco izquierdo.
Luego vino la torpe entrada a destiempo de Dybala a Carvajal, que le costó la tarjeta roja y por ende su no presencia en el partido de vuelta, y el hundimiento ya absoluto y total de los juventinos, lo cual aprovechó nuevamente el Madrid para asestar la puntilla final tras una pared antológica de Cristiano con Marcelo, que logró un gol de prestidigitador tras elevar en vaselina el balón por encima de Buffon. Marcelo, por cierto, ya había dado el pase mágico a un gran Isco que a su vez sirvió en bandeja el primer tanto de los merengues a Ronaldo.
Hubo además 2 balones al larguero (zurriagazo de Toni Kroos en la primera parte, y otro latigazo de Kovacic en la segunda mitad), además de varias intervenciones de mérito del guardameta transalpino. Todas las líneas madridistas funcionaron, con un enorme y segurísimo Keylor, una pareja de centrales monumental, buen trabajo de los laterales, decisivos los 2 en los 3 goles blancos, 4 centrocampistas de brega intachable, con notable alto para todos, y un Benzema cumplidor que desgastó a la pareja de centrales Chiellini-Barzagli y dio una asistencia prodigiosa a CR que salió fuera por muy poco. Más la aportación destacada de los refrescos Lucas Quinto, Asensio y Mateo Kovacic. Nueva lección europea del para algunos (“no aprenderán”) todavía “alineador”, para la mayoría, como yo, un absoluto mago de los banquillos que saca siempre lo mejor de los suyos en las citas importantes.
Creo que mañana tendré que ir a las urgencias del hospital de mi barrio, ya que sigo con la boca abierta tras la chilena-joya de la corona que nos ha regalado Cristiano esta noche en Turín. Me siento incapaz de cerrar la boca, me quedé boquiabierto cual pasmarote. Aún no me lo creo. Qué grande es Cristiano. No volveremos a ver otro jugador como él. Gocemos del momento. Pese al dolor de mandíbula que se me ha quedado.
Texto: @AthosDumasE