#ApuntesDeLaHistoria | Recordando a Pirri
Los que no le vimos jugar conocimos a José Martínez Sánchez como el Dr. Martínez, el galeno del Real Madrid que saltaba a los terrenos de juego junto a Antonio Acedo cuando alguno de nuestros futbolistas lo requería tras recibir algún golpe o algún encontronazo. Pero los más veteranos habían visto a nuestro médico corriendo por el Santiago Bernabéu con el uniforme blanco allá por los años sesenta y setenta. Ellos habían disfrutado de un futbolista extraordinario que se dejó el cuerpo (muchas veces literalmente) y el alma por el escudo del Real Madrid.
José Martínez Sánchez nació en Ceuta el 11 de marzo de 1945. Empezó a jugar al fútbol desde bien joven en equipos de su tierra, pero nunca descuidó los libros. Con inquietudes culturales, se trasladó a Granada a los dieciocho años para estudiar, pero sus facultades como deportista eran tan obvias que no pudo renunciar al fútbol y jugó un año en el Granada. En 1964 el Real Madrid se hizo con sus servicios, en principio en calidad de ‘amateur’. Sólo tenía 19 años pero pronto se hizo con un hueco en el equipo de Miguel Muñoz. Debutó a lo grande, en un triunfo por 4-1 sobre el Barcelona. En poco tiempo ‘Pepirri’ se convertiría en ‘Pirri’, un habitual de las alineaciones de aquel Real Madrid en plena transición en el que jóvenes valores del balompié ibérico tomaban el relevo de aquellos astros que habían llevado al Club a la gloria conquistando cinco Copas de Europa de manera consecutiva.
Efectivamente, Pirri fue uno de los componentes del Real Madrid ‘Ye-yé’ que ganó la Copa de Europa del año 1966. De hecho, él mismo era uno de los protagonistas de la famosa fotografía en la que algunos de aquellos jóvenes aparecían ataviados con pelucas alrededor de Paco Gento. Eran Velázquez, Sanchís, De Felipe, Betancort y el propio Pirri. Los nuevos valores de una generación que, pese a lo que pueda parecer, no lo tuvo nada fácil. Las comparaciones con sus predecesores estuvieron a la orden del día y la presión resultó evidente, pero el 11 de mayo de 1966 en Bruselas un equipo formado por once españoles consiguió un nuevo trofeo continental para las vitrinas del Bernabéu. Y, por supuesto, Pirri estaba entre ellos.
Aquel mismo año le llegaría la llamada de la Selección. Pirri fue internacional en 41 ocasiones con España, con la que anotó 16 goles. Curiosamente se estrenó en un Mundial, el de Inglaterra de 1966, y se retiró del combinado nacional en otro Mundial, el de Argentina de 1978, en el que ejerció de capitán.
Suele haber futbolistas que destacan por su calidad técnica y futbolistas que lo hacen por su entrega y su trabajo. Pirri aunaba las dos facetas. Era un grandísimo jugador que derrochaba entrega y pundonor por cada poro de su piel, lo que le convirtió en uno de los preferidos de la grada del Bernabéu. Esa garra de la que hacía gala como futbolista le llevó a ser considerado como un claro exponente de lo que se denominaba la ‘Furia Española’, concepto que en realidad era muy anterior a la época de Pirri como jugador y que se remontaba, concretamente, a los días del combinado español que acudió a los Juegos Olímpicos de Amberes de 1920. En cualquier caso, la forma de jugar de Pirri sí que parecía estar en sintonía con la famosa frase que se atribuye a José María Belauste, la del “a mí el pelotón que los arrollo”.
Se sobreponía al dolor y a las adversidades. En 1968 disputó una Final de Copa frente al Barcelona con la clavícula rota, lo que le llevaría a recibir la Laureada de manos del presidente Santiago Bernabéu. En 1971 jugó el partido de desempate de la Final de la Recopa de Europa con brazo en cabestrillo, lo que ofrece una idea de cómo era de sacrificado como jugador de fútbol y de la importancia y relevancia que tenía dentro de la plantilla. El entrenador prefería contar con un Pirri que no estaba al cien por cien antes que con otro jugador en plenitud de facultades.
Pirri era propenso a las lesiones, seguramente por el ímpetu que ponía en cada acción en la que intervenía sobre los terrenos de juego. Eso le llevó a pasar muchas horas en la enfermería y en los quirófanos. Y, curiosamente, ahí surgió su creciente interés por la Medicina en general y por la Medicina Deportiva en particular. Con sus propias lesiones. El propio Pirri lo ha contado en muchas entrevistas a lo largo de su vida. Viendo atender golpes y fracturas, colocar vendajes o suturar heridas se fue adentrando en un mundo que le apasionaba. Había iniciado los estudios de Arquitectura pero la carrera que terminaría sería la de Medicina.
Las lesiones estuvieron presentes a lo largo de toda su etapa como jugador, pero no le impidieron acumular partidos y partidos ejercicio tras ejercicio. En su primera temporada en el Club, la 1964-65, jugó 28 partidos oficiales entre todas las competiciones. A lo largo de las siguientes quince campañas sólo bajó de la treintena de partidos oficiales en dos ocasiones, en la 1968-69 y en la 1977-78.
La carrera de Pirri en el Real Madrid resultó longeva y fructífera. En total pasó dieciséis temporadas en el primer equipo del Real Madrid siendo siempre un jugador de peso y relevancia. De aquellas dieciséis campañas sólo en dos el equipo se quedó con el palmarés en blanco sin cosechar ningún título (1970-71 y 1976-77). En el resto, siempre hubo algo que celebrar. Pirri disputó 16 Ligas como madridista y ganó 10 de ellas. El Real Madrid era claro dominador del fútbol en España. Qué tiempos debieron ser aquellos…
A la hora de mencionar sus características como futbolista hay que explicar que José Martínez Pirri fue evolucionando resultando ser muy polivalente. Aunque destacó como delantero en los albores de su carrera, en el Real Madrid empezó actuando como centrocampista. La media que formó junto Grosso y Velázquez fue muy recordada. Era un centrocampista de mucha potencia y mucho recorrido, que se movía con libertad defendiendo y atacando. El hecho de haber jugado como delantero sin duda le ayudó a la hora de resolver las jugadas ofensivas, de tal forma que hacía gol con mucha facilidad en sus incorporaciones arriba. Con el paso de los años fue retrasando su posición en el campo hasta terminar desempeñando las funciones de líbero. Pero pese a partir desde atrás seguía atacando cuando podía y siguió sumando goles hasta llegar a los 172 tantos en competiciones oficiales. Es una cantidad muy elevada, sobre todo teniendo en cuenta las posiciones en las que se desempeñaba sobre el terreno de juego. Actualmente ocupa el noveno puesto en el ranking de los máximos realizadores de la Historia del Club. Consiguió marcar gol en todas las temporadas que pasó en el Santiago Bernabéu.
Además de buen futbolista Pirri fue un personaje muy popular. Su boda con la actriz de cine Sonia Bruno le llevó a ocupar muchas portadas de la denominada prensa rosa. Contrajeron matrimonio en el verano de 1969. Poquísimo antes su compañero de equipo Ignacio Zoco se había casado con la cantante María Ostiz. No nos vayamos a pensar que lo de los futbolistas mediáticos es un concepto reciente… En cualquier caso, su vida personal no pasó factura a su faceta como futbolista. Todo lo contrario. Pirri rindió con profesionalidad hasta su último día como jugador en activo.
Coincidió con muchísimos grandes futbolistas a lo largo de su estancia en el vestuario blanco. Llegó al año siguiente de la marcha de Alfredo Di Stéfano, pero compartió gestas y vivencias con figuras emblemáticas como Puskas, Gento o Santamaría. En la recta final de su carrera acompañó en las alineaciones a futbolistas como Santillana, Camacho o Juanito, que serían los encargados de transmitir los valores y sentimientos propios de los jugadores del Real Madrid a los jóvenes de la década de los ochenta. En cierto modo, se puede decir que Pirri sirvió como nexo de unión de varias de las generaciones más laureadas de la Historia del Club.
En 1980 finalizó su etapa como futbolista del Real Madrid y se marchó a México para jugar dos años en el Puebla, equipo en el que coincidiría con Juan Manuel Asensi, rival con el Barcelona y compañero con la Selección. En medio de aquellas dos temporadas, el 15 de mayo de 1981, se le tributó un merecidísimo partido homenaje en el Santiago Bernabéu en el que el ceutí volvió a vestir la camiseta blanca. Fue un emotivo encuentro en el que se enfrentaron sus dos grandes equipos, el Real Madrid y la Selección española, y que finalizó con empate a uno. En 1982 parecía que prolongaría su estancia en el fútbol mexicano en las filas del Oaxtepec, pero decidió colgar las botas y regresó a España para terminar la carrera de Medicina.
Una vez acabados sus estudios se incorporaría a los servicios médicos del Real Madrid, pese a que en un primer momento el presidente Luis de Carlos le había ofrecido el puesto de manager general. Pirri no aceptó. Quería ejercer como médico en el club en el que tantos logros deportivos había alcanzado y el máximo mandatario blanco accedió. Formó parte del equipo médico del club hasta que en la temporada 1996-97 colgó la bata y pasó a desempeñar las labores de Director Técnico primero y Director General Deportivo después, en los últimos meses de la etapa de Lorenzo Sanz en la presidencia.
En total, Pirri dedicó 32 años de su vida al Real Madrid y su nombre ha quedado ligado al Club como uno de sus personajes emblemáticos. Sobre todo por su garra y su entrega a lo largo de las dieciséis temporadas en las que defendió la camiseta blanca como jugador. Un líder espiritual, capitán y cabeza visible del equipo durante una época inolvidable para muchos.
José Martínez Pirri disputó un total de 561 partidos oficiales con la camiseta del Real Madrid. Marcó 172 goles. Ganó 10 Ligas, 4 Copas y 1 Copa de Europa.
Texto: @Rancoma_