#ApuntesDeLaHistoria | La Intercontinental de 1998
Mañana sábado se cumplen 20 años de la consecución de la Copa Intercontinental de 1998. Todos nos hemos quedado con el dato de que tuvieron que transcurrir 32 años para que los aficionados del Real Madrid volvieran a ver a su equipo ganar una Copa de Europa. Y, como es lógico, también hubo que esperar otros 32 años para volver a ver al Real Madrid en la Copa Intercontinental. Y ojo, hablo de volver a ver al Madrid en la Copa Intercontinental, porque ganarla no la ganábamos desde 1960, es decir, 38 años antes.
El torneo en el que se enfrentaban los campeones de Europa y América echó a rodar en el año 1960, justo después de que los madridistas se adjudicaran su quinta Copa de Europa consecutiva. El Real Madrid de Miguel Muñoz jugó y ganó la primera edición que se disputó frente al Peñarol de Uruguay. Por aquel entonces la Final se disputaba a ida y vuelta. El primer partido se jugó en Montevideo y concluyó con resultado de 0-0. El duelo definitivo, en Madrid, finalizó con victoria para los blancos por 5-1 con goles de Puskas (2), Di Stéfano, Chus Herrera y Gento. En 1966, seis años más tarde, y después de haber conseguido La Sexta en Bruselas, el Real Madrid volvió a disputar la Copa Intercontinental y lo hizo, curiosamente, de nuevo frente al Peñarol de Montevideo. En esta ocasión los ‘Ye-yé’ no tuvieron suerte y los uruguayos fueron quienes se adjudicaron el triunfo ganando además los dos encuentros, 2-0 en la ida y 0-2 en la vuelta.
Más de tres décadas después y gracias a la consecución de La Séptima el Real Madrid regresaba a una competición que había sufrido cambios. Ya no se disputaba a doble partido. Se jugaba a un partido y desde 1980 la sede fija era Tokio, Japón, lo cual le daba al torneo cierto aire exótico y lejano. Así que al Extremo Oriente se desplazó la expedición madridista que dirigía Guus Hiddink. Si echamos un vistazo a la plantilla de aquella temporada 1998-99 comprobaremos que la base del equipo seguía siendo la misma que había conquistado la Champions League en Ámsterdam y prácticamente la misma que había ganado la Liga 1996-97 con Fabio Capello. Es decir, se trataba del equipo que había arrancado su ciclo ganador con el técnico italiano.
Guus Hiddink alineó en el once inicial a Illgner, Panucci, Sanchís, Fernando Sanz, Roberto Carlos, Hierro, Redondo, Seedorf, Savio, Raúl y Mijatovic. Lo dicho, prácticamente los mismos de Ámsterdam salvo Savio y Fernando Sanz que, en cualquier caso, también formaban parte de la anterior plantilla campeona de Europa. Resulta indicativo que ninguno de los refuerzos de aquella campaña fuese titular. Robert Jarni, al menos, disputaría unos minutos en las postrimerías del encuentro. Iván Campo se quedó en el banquillo.
El Real Madrid se enfrentó al Vasco da Gama, Campeón de la Copa Libertadores y representante de la CONMEBOL. El partido se jugó el 1 de diciembre de 1998 en el Estadio Nacional de Tokio. El hecho de jugar en Tokio supuso toda una novedad que acarreó que los aficionados vivieran aquel partido de una forma un tanto curiosa… Todo el mundo recordará cómo siguió ese partido porque se disputó un martes, día laboral… ¡a las 11.10 horas de la mañana! Haciendo novillos de clase o faltando al trabajo utilizando cualquier excusa más de uno seguiría el partido en el que Raúl marcó, seguramente, el tanto más recordado de su carrera deportiva. Un gol al que incluso bautizó con el curioso nombre del ‘Aguanís’.
Fue el gol que decidió el encuentro. Antes, el equipo español y el brasileño se batieron en un intenso duelo en el que los madridistas entraron con más brío ya desde el inicio. Raúl pudo haber inaugurado el marcador con un fortísimo disparo desde fuera del área que se marchó por arriba a pocos centímetros del travesaño. Sería Roberto Carlos el encargado de ver puerta con un tremendo cañonazo también desde fuera del área que el brasileño Nasa desviaba hacia su propia portería colocando el 1-0 favorable al Madrid en el electrónico. Todavía en el primer tiempo el propio Roberto Carlos pudo hacer el segundo con un espectacular lanzamiento de falta lejana que se fue a portería como un obús y que el guardameta rival rechazó con una acertada intervención. Hablando de porteros no hay que olvidarse del gran encuentro que firmó el alemán Illgner, que tuvo trabajo pero evitó el peligro cuando nuestros contrincantes merodeaban el área.
Ya en el segundo tiempo Raúl tuvo en sus botas una nueva oportunidad de elevar la cuenta madridista con un tiro casi a bocajarro dentro del área que se marchó por poco a la derecha de la portería. El Real Madrid había perdonado y el Vasco da Gama se fue creciendo. En el minuto 56 empató. Los brasileños llegaron al área del Madrid y el guardameta Illgner evitó un disparo a quemarropa. El rechace, sin embargo, cayó a los pies de Juninho Pernambucano que la clavó por toda la escuadra. 1-1 y vuelta a empezar.
En el minuto 83 llegó el momento estelar de aquella Final. Un milimétrico pase lejano de Seedorf desde el propio campo del Madrid fue aprovechado por Raúl. El delantero controló el esférico y con un genial recorte dejó sentado a su defensor quedando solo delante del portero. Cuando todo parecía indicar que el ‘siete’ iba a disparar a puerta volvió a deshacerse de un segundo defensor que se le había echado encima tratando de evitar el tiro a puerta. Una genialidad que dejó a dos defensas y al portero por los suelos. Raúl, por fin, disparó ajustando al palo derecho y consiguiendo un gol que no se nos olvidará nunca. Un tanto extraordinario. Una obra de arte. Una maravilla. El gran gol de Raúl…
El 1-2 subía al marcador y el Vasco de Gama no se repuso del mazazo. Estuvo a punto de empatar de nuevo, en el último suspiro, pero Fernando Sanz, providencial, acertó a sacar la pelota bajo palos. La victoria era para el Real Madrid, que celebró por todo lo alto el gran colofón al mágico año 1998, el año en el que el Real Madrid volvió a ser el gran referente mundial del fútbol internacional. Podíamos acreditarlo con los dos trofeos que levantamos al final del duelo, la Copa Intercontinental y la copa que entregaba el patrocinador que daba nombre a la competición, lo que originó una curiosa imagen, la de Manolo Sanchís y Fernando Hierro alzando los dos galardones a la vez. Hasta Raúl, elegido Mejor Jugador de la Final tenía su propio obsequio, una enorme llave símbolo del coche que le regalaron.
Quizás en la actualidad la Copa Intercontinental y su torneo sucesor, el Mundial de Clubes, hayan quedado en un segundo plano para los aficionados. Es cierto que en ocasiones los rivales que aparecían en competición quizás no resultaban los más atractivos del panorama futbolístico. Pero la importancia de ganar este título reside en que para optar a ganarlo hay que ser, previamente, Campeón de Europa. Ahí está el gran mérito. No es fácil ser campeón de clubes a nivel mundial porque para serlo hay que ser Campeón de Europa. Y eso siempre ha reducido las posibilidades de ostentar tal honor, antes con la Intercontinental y ahora con el Mundial de Clubes.
Eso lo sabíamos muy bien hace justo ahora 20 años. Llevábamos 38 años sin ganar una Copa Intercontinental. Como para no ilusionarnos aquella mañana del 1 de diciembre de 1998 con el golazo de Raúl…
REAL MADRID: Illgner, Panucci, Sanchís, Fernando Sanz, Roberto Carlos, Hierro, Redondo, Seedorf, Savio (Suker, 89’), Raúl, Mijatovic (Jarni, 86’).
FEYENOORD: Carlos Germano, Wágner (Vítor, 75’), Odvan, Mauro Galvão, Felipe, Nasa, Luizinho (Guilherme, 85’), Juninho, Ramón (Válber, 88’), Donizete, Luizão.
GOLES
1-0 min. 25 Roberto Carlos (con la colaboración de un rival); 1-1 min. 56 Juninho; 2-1 min. 83 Raúl
Texto: @Rancoma_
Fotos: Realmadrid.com