A la caza de Aleix Febas
La victoria del Castilla esta semana me ha dejado cierta amargura. Ha vuelto Febas después de su sanción, y ha sido objeto de la caza y captura de cada día de partido. El Rayo Majadahonda ha actuado como el resto. La estrategia defensiva de los contrincantes sigue un mismo patrón. Se plagian los unos a los otros. Si Febas conduce con velocidad, se le debe frenar, sin importar que sea por lo criminal. Hoy en la primera parte ha recibido 5 entradas entre bruscas, antideportivas y peligrosas. A diferencia de otros días, los infractores han sido amonestados. Es noticia. Lo normal es que salgan indemnes.
No obstante, ver un partido del Castilla tiene algo de exasperante, sobre todo si te centras en cuántas veces Febas es derribado en el encuentro. Prometo que nunca he visto nada similar en un campo de fútbol. Nunca antes había visto que gran parte de la estrategia de un equipo se sustente en impedir por las malas que un jugador conduzca el balón. Se corta su avance como sea y ya está. Algo cotidiano. En esta categoría no existe una especial vigilancia de los colegiados. No se protege al jugador talentoso. No se castiga la reiteración. El UCAM Murcia es un ejemplo paradigmático de la temporada pasada, pero sin llegar a esas entradas tan desmedidas, la realidad es que Febas se expone a un serio riesgo cada fin de semana. Su integridad física queda al albur. Ni una advertencia ceremoniosa de un colegiado. Permisivos. Ni le prestan atención cuando se acerca a ellos con las pruebas fehacientes de los golpes que le propinan.
Agarrones, entradas por detrás, empujones, piernas elevadas de forma temeraria, entradas con los tacos por delante… el repertorio es todo lo múltiple que uno se pueda imaginar. Febas debe contar con un tren inferior más que robusto, porque suele reintegrarse al juego. Muchas veces se le percibe al límite de su paciencia.
No me cabe duda de que el medio del Castilla va a ser un jugador con un nivel desbordante. El día que sus oponentes atiendan a todos los futbolistas y que él pueda sentirse más suelto, ese día nos impresionará aún más. Hasta ahora solo podemos ver destellos de excelencia, pequeños reflejos de esa capacidad oculta que no le dejan demostrar.
Futbolísticamente, Febas vive en un estado de indefensión permanente. Sus marcadores se sienten impunes. Pueden hacer lo que se les ocurra. Si Febas, en cambio, responde a dos entradas en la misma acción con una entrada a destiempo será expulsado de inmediato. Véase el partido ante el Navalcarnero. Se ha perdido ya dos encuentros por sanción. En cambio, los adversarios que se encuentra en el camino no reciben mucho castigo, la apreciación del árbitro les ampara.
Nunca entenderé por qué en la Segunda B de nuestro fútbol se debe dirigir de forma diferente. Se podrían tomar medidas perfectamente disuasorias. Sería suficiente con expulsar a un jugador ante una entrada dura que no venga precedida de una intención por disputar el balón. En los comentarios periodísticos a veces recurrimos a la expresión tarjeta naranja, el caso es que muchas veces esa expresión se asocia a algún rival de Febas. Empero, esa tarjeta puede ser amarilla o inexistente, pero nunca alcanza un color rojo. Quizá un día, como prueba experimental, una entrada violenta a Febas o deliberada se salde con un castigo importante. Puede que desde ese día se corra la voz de que la CAZA de Febas está penada. Y, probablemente ese día, todos los madridistas se sienten más resarcidos y ningún factor externo les prive de la magia de un futbolista al que no se le deja hacer lo que de verdad sabe. ¿No es para sentir empatía y amargura?