Crónicas Vikingas | Los secundarios
1969 fue un año crucial en la historia de Estados Unidos debido a diferentes acontecimientos que marcaron el devenir del país de forma considerable: La llegada del primer hombre a la Luna, el hastío de gran parte de la sociedad con la guerra del Vietnam, el contrapunto de paz, amor y música que significó el mítico festival de Woodstock y los espantosos crímenes de la “família Manson”convulsionaron el estilo de vida americano, situación que debidamente modelada por su peculiar estilo ha servido al gran Quentin Tarantino para realizar su novena película, una brillante visión de aquellos convulsos tiempos llamada Érase una vez en Hollywood.
Con un reparto espectacular comandado por dos excelsos Di Caprio y Pitt, la bellísima Margot Robbie y apariciones estelares de Al Pacino o Kurt Russell entre otros, Érase una vez … nos muestra las diferentes vidas que marca la fama en la Meca del cine, llamando poderosamente la atención el papel de un genial Brad Pitt como especialista de las escenas del actor de Western que borda Di Caprio, llegando a tener una sólida relación de amistad en la que Pitt prácticamente se convierte en el asistente de Leo para poder sobrevivir en la jungla de Hollywood.
Nuestro especialista favorito hace desde conductor del coche del actor hasta arreglar la antena de su casa, amén de poner en su sitio a los psicóticos hippies hasta arriba de ácidos en varias de las impagables escenas que ha facturado a lo grande el genial Tarantino.
La sinopsis de la ultima gran obra del creador de Pulp Fiction me sirve como reflexión para volver a ponderar el trabajo realizado en los casi cinco años que lleva en el Madrid Lucas Vázquez, objeto de alabanzas por su inesperado papel protagonista en sus primeras temporadas y de crítica demoledora, rozando la chanza por buena parte de los aficionados en las redes sociales por la evidente pérdida de desborde y electricidad las dos últimas campañas, aunque mucho más visible el curso pasado de infausto recuerdo…
Cuando el histerismo y la decepción se apoderaba del madridismo por la discutible política de fichajes y renovaciones, amén de una pretemporada cercana a lamentable con el añadido del esperpento ante el vecino de la ciudad comienza la Liga en un terreno siempre complicado como es Balaídos y ese equipo de “jubilados” sin ninguna novedad respecto al pasado y con varios de sus jugadores en el disparadero se marca una actuación más que seria, a pesar de jugar gran parte de la segunda parte con diez por la discutida roja a Modric y con el gallego de Curtis apareciendo al rescate con lo mejor que sabe hacer, trabajar sin desmayo y equilibrar una banda que era un coladero con el transparente Odriozola naufragando una y otra vez.
Como broche de oro a una preciosa jugada coral Lucas certificó el triunfo que devolvía algo de credibilidad a un grupo bajo eterna sospecha mientras su gran valedor lo celebraba radiante desde el banquillo, el mismo que ante el estupor generalizado sigue confiando ciegamente en un profesional intachable que a pesar de sus evidentes carencias juega exactamente igual contra cualquier equipo de Segunda B en Copa como lo hace en Munich, rara avis en estos tiempos de fútbol moderno.
Loas y fanfarrias para un jugador que yo personalmente siempre querría en mi plantilla, hombre de Club disciplinado y cero problemático que además ha dejado una de las imágenes más icónicas del madridismo en los últimos y exitosos tiempos: cuando millones de merengues aguantaban la respiración en los penaltis de la Undécima el comodín gallego jugueteaba con el balón camino de los once metros, certificando poco después su papel de secundario que acapara un inesperado protagonismo como marcan los cánones de las grandes proyectos, verdad señores Scorsese y Tarantino??