Opinión | El cuento chino de Sergio Ramos
A falta de contrataciones oficiales, saltó la bomba. Josep Pedrerol, que en estas cuestiones suele beber de fuentes más que fiables, anunció la intención de Sergio Ramos de abandonar el Real Madrid tras recibir una jugosa oferta del fútbol chino. Resulta que el capitán blanco ya no está desaparecido en combate, después de un tramo final de temporada donde una supuesta lesión le ha apartado de los terrenos de juego, pero no de unas sesiones individuales de entrenamiento difundidas a través de las redes sociales. Es curioso cómo los medios de comunicación se hacían eco de las mismas, alabando la actitud del futbolista, sin preguntarse por un solo segundo qué razón impedía que se volviera a vestir de corto.
Dejando a un lado conjeturas y teorías, justo cuando el madridismo ponía la semilla de la ilusión de un nuevo proyecto, el capitán se ha encargado de podar cualquier brote verde. No es la primera vez que el camero pone a Florentino Pérez en particular y al Real Madrid en general entre la espada y la pared. No hay que remontarse demasiado tiempo atrás para encontrar un órdago similar del futbolista. Al calor de los títulos y con los ecos de la victoria aún resonando en Cibeles es fácil presentarse en las oficinas de Chamartín para reclamar un aumento de sueldo. Entonces, la jugada le salió bien: 12 millones de euros por cada año que se vistiera la camiseta blanca.
Dejando a un lado los merecimientos, personalmente creo que a Ramos le fallaron las formas en aquel momento. Achacar al club falta de cariño es un acto tan chantajista como tribunero. No lo llames amor cuando quieres decir dinero. Lo que me llama la atención es que Sergio Ramos (y otros tantos futbolistas) se adentran en este tipo de negociaciones bien rodeados de representantes y abogados, el mismo séquito que luego parece olvidar la existencia de un aspecto crucial: la manida cláusula de rescisión. Como su nombre indica, es un peaje por el que debe pasar cualquiera de las partes que quiere poner fin a la relación contractual, es decir, si el club se ve obligado a cumplir un contrato, en cuanto a duración y salario, el futbolista también debe conocer que los contratos están para cumplirse, y que si se arrepiente de lo que un día firmó ‘sólo’ tiene que pagar esa cantidad (o encontrar a un club que lo haga por él).
Les propongo un ejercicio de imaginación. A un futbolista del cartel de Ramos no es extraño que le surjan cantos de sirena amparados en la promesa de un contrato multimillonario. Ahora bien, a sus 33 años, al sevillano no le quedan muchas citas internacionales por disputar, y el verano de 2020 tiene como plato principal una Eurocopa. ¿Alguien se cree que, por muy bueno que sea el hipotético rendimiento de Ramos en China, el cuerpo técnico de la selección lo iba a seguir teniendo como indiscutible? Hasta el propio futbolista es consciente de esta situación.
A quien escribe esto, un vulgar asalariado, le parece increíble, y casi irreal, que un profesional se pueda plantar ante un superior con la estrategia de que en otro lugar le ofrecen un contrato mejor, y lo que es mejor, que esa argucia acabe funcionando. René Ramos, ya sea como hermano, o en su defecto como representante, debería sentarse con Sergio para recordarle que otros grandes jugadores dejaron el Real Madrid y el club siguió ganando. O quizás es que el hermanísimo está tan interesado o más en que se produzca ese aumento de salario. Ya saben, las famosas comisiones, que de algo hay que vivir.
En definitiva, que los contratos están para cumplirse, y si Ramos de verdad quiere marcharse, lo cual es muy lícito, que ponga sobre la mesa el coste de su cláusula. Lo demás, sólo son cuentos chinos.
Foto: Cuatro