Pantalla Blanca | El mejor de la historia
La adolescencia es la época del complejo por antonomasia. Ves a chicas bellísimas acomplejadas por su físico, sus primeros cambios, a chicos encantadores que se muestran retraídos y vergonzosos por burlas ajenas… Los cambios de voz, los cambios hormonales…
Todo ello surge de repente, dura más o menos tiempo, pero a menudo se pasa o deja de ser importante con la edad, con la madurez… Pero hay casos… Hay casos que no se curan.
Estos casos podrían denominarse “culeplejos”. Se nace así, se lleva en la misma esencia y además uno no se avergüenza de ello, se exhibe con obscenidad y orgullo, como credencial de personalidad, pero sin reconocerlo nunca.
Ahí radica este extraño fenómeno que trataré de exponer y explicar. Nada tiene que ver esto que voy a desarrollar con tratar de infravalorar los logros de los culés o de otros equipos, los méritos de este o aquel jugador, simplemente se trata de analizar comportamientos y sucesos extravagantes, sumamente ilógicos.
No seré yo quien cuestione los encantos de la fugacidad. Todo deportista sabe que el éxito es efímero, tras la carrera y durante la misma. Por ello, siendo seguidor del club que más ha gozado de momentos efímeros y fugaces de gloria, no voy a cuestionar su disfrute, ya que de esto se trata. Lo que resulta más raro, es cuando ves que esos que se han alzado con éxito de una manera más esporádica que otros muchos, crean que lo logrado desmerece al resto o que lo que han conseguido no tiene parangón ni igual… Pensándolo bien, es normal, porque no ser del Madrid sólo es soportable buscando alicientes e incentivos en el presente, por eso cuando ese presente también es madridistas (más a menudo que de ningún otro club), el único refugio sólo puede ser el odio y la ira.
Desde que tengo uso de razón, el club culé ha intentado que todos les acompañemos en sus grandilocuentes delirios, aunque a ellos lo único que les satisface es que los acompañe el Real Madrid. Su gran anhelo es que el Real Madrid, como club, los elogie y bendiga, les reconozca como el no va más, el mejor de los mejores. Lo que ocurre es que aunque eso ocurriera, ellos mismos no lo creerían, porque esa necesidad procede, simplemente, de que saben perfectamente que no es así.
Se comportan como ese amante acomplejado por su tamaño, como ese niño/adolescente feo y torpe al que sus padres tienen que decir constantemente que es el más guapo y que hace todo bien para reafirmarlo, para no mermar su autoestima, aunque esté siempre lleno de churretes o cagado hasta el cuello, aunque haya destrozado el jarrón de la abuela o saque malas notas…
Un brutal complejo digno de estudio, donde cualquier cosa que hacen es elevada a cotas exageradísimas. El Barcelona se ha autoproclamado “más que un club”, han tenido varios jugadores que son “los mejores de la historia”, un Dream Team (porque en lo de copiar son unos cracks) y el mejor equipo que ha pisado un terreno de juego… hasta tienen un sextete que vale por mil años y trece Champions. ¡Qué grandilocuencia! ¡Qué necesidad! ¡Qué insatisfacción! ¡Qué angustia! Un atroz padecimiento del que sabe que sólo puede engañarse porque la realidad le atiza cada mañana como un despertador despiadado.
Ronaldinho en año y medio fue el mejor de todos los tiempos, Rivaldo, Figo, Stoichkov, Maradona, Cruyff, Messi… El equipo que inventó el fútbol con Cruyff y lo reinventó con Guardiola, aunque los referente fueran numerosos… Dan jerarquía a la derrota, siempre que sea suya (campeones morales), sus títulos valen por diez y los demás por menos cinco con plus de franquismo. Son como los niños pequeños cuando se hacen trampas a sí mismos para que les salgan las cosas bien en los juegos…
Y se enfadan. Se enfadan mucho cuando los madridistas no les reconocen como el mejor equipo del universo ni a Messi como una divinidad de otro mundo.
¿Cómo es posible que no consideréis a Messi el mejor de la historia? “El que sabe de fútbol (en este caso siempre suelen referirse a ellos mismos o a quien piensa exactamente como ellos) sabe que Messi es el mejor de la historia, es algo objetivo ante lo que no cabe duda”, aunque haya ganado menos títulos importantes que otros o haya salido sistemáticamente ridiculizado con la selección, aunque sus números y rendimiento en partidos cumbre sean superados ampliamente por distintos jugadores, incluido alguno al que acusaban de no aparecer en dichos partidos…
No, a él nunca se le acusa de “tirafaltitas”, de no aparecer en los partidos importantes, de ser un egoísta que sólo piensa en sí mismo y no en liderar equipos y selecciones… No, nunca.
Pataletas de niño mimado de pura frustración desde el propio club, en la voz de Xavi, de Iniesta, Laporta, Bartomeu, Cruyff, Núñez, Piqué, Rosell, Stoichkov (elijan a quien quieran, tienen varias decenas en cada generación), que reciben la indiferencia de sabio experimentado y comprensivo (lo que en determinadas tesituras y en estos tiempos llega a ser contraproducente).
Los que esto sostienen, los que apelan a la objetividad manifiesta de la jerarquía de Messi, un extraordinario futbolista, en cambio parecen tener problemas con otras cosas que ellos deben considerar profundamente subjetivas, como son los números, las matemáticas y los títulos.
Resulta que ser el club con más Ligas, Champions, Mundialitos y demás títulos importantes no nos convierte en los mejores de la historia. Messi sí, Ronaldinho también, porque lo decide el objetivismo culé, pero nosotros no. ¡Hay que ver!
¿No resulta extraño y curioso que a estos iluminados les resulte tan sencillo discernir a los mejores jugadores de la historia siempre que pasan por su club, sea con año y medio de lucidez, como Ronaldinho, o sea un canterano previo tratamiento hormonal, mientras contemplan cómo el Real Madrid amplia su distancia en Champions (se sacaban seis al Barcelona de Cruyff y tras el paso de varios inventores y mejores jugadores de la galaxia ahora se les saca ocho)? ¿Tanto cuesta comprender la superioridad madridista con datos y títulos? ¿No resulta peculiar?
Y es que cuando se explica con paciente mesura, entonces aparecen personajes imprevistos, algo así como incómodos superhéroes que se interponen en sus planes. Repentinamente, de la historia ya no gusta hablar tanto. Se comienza a hablar de prepotencia, de sacar las copitas, del blanco y negro, Franco, chupitos y demás. Franco, al que cual resucitan sin guija diariamente (en realidad creo que para ellos sigue vivo), es como Thor, y Florentino y sus negocios como Iron Man, causantes de sus desdichas, para concluir que todo lo que el Real Madrid ha ganado no vale. Y punto.
Ya saben, como los niños con sus juegos haciéndose trampas.
Es un lícito ensueño querer ser el mejor, pero no parece el más legal de los caminos conseguirlo con injurias, trampas, mentiras, invenciones y falsas ilusiones… Ser el mejor de la historia sólo tiene un lugar y un camino: el campo y el tiempo.
Podría perdonarse que sólo fuera la prepotencia del adolescente que se frustra por no poder acceder al trono de ese curtido veterano… Y si no fuera porque tanto el Barcelona como el antimadridismo mediático y social han sido bastantes mezquinos en este padecimiento resaltado, incluso podrían dar algo de lástima. Los ves desamparados, casi suplicando que les reconozcamos al menos eso, que ellos tienen al “mejor de la historia”…
Se ve que ganar cuatro Copas de Europa en cinco años (de no haber habido Mundial quizá hubieran sido las cinco), tres de ellas seguidas, es tan sencillo que nadie en la historia lo ha hecho. Pero lo más sorprendente es que ni siquiera es el mejor récord histórico, ya que antes un equipo ganó cinco seguidas. Ese equipo también se llama Real Madrid.
Minucias al lado de los números de ese jugador, superado ampliamente por el que era jugador franquicia madridista en aquella época en los partidos decisivos: octavos, cuartos, semifinales y finales. Minucias, aunque llevamos casi una década sin apenas saber nada de él en Europa o competiciones internacionales…
¡Cómo osáis comparar una cosa con otra! Cualquiera que sepa de fútbol…
Al gran número de Ligas conseguidas por Messi junto a sus compañeros, muchas de ellas ganadas de milagro realizando gran juego con equipos muy potentes y otras dejando bastante que desear con afortunados récords arbitrales, no las considero tan meritorias, sino un mero y educado formalismo por su parte. Son, en realidad, el justo reconocimiento a ese entorno creado a medida, el obligado agradecimiento ante tal acomodo. ¡Qué menos que aceptar un obsequio ofrecido con tanta devoción!
Son capaces de anteponer a su ídolo de manera grandilocuente y desfasada ensalzándolo antes que al propio club: Cuando ganan es por Messi, pero cuando pierden… es por culpa de los demás… No se dan ni cuenta, prefieren esa propaganda a lo que verdaderamente escenifica, porque para ello tienen a los medios que nada afean.
En el universo culé, periodistas y club deben insistir en esos eslogans constantemente para crear un ideario colectivo artificial, para convencerse a la par que intentar convencer de una vacuidad, de una irrealidad satisfactoria que, por desgracia, se estila en demasía por aquellas latitudes. Es una evidencia, porque no verán a ningún medio insistir, en plan mantra o estribillo, por algo que debería ser digno de orgullo patrio, así como una verdad incontestable: Que el Madrid sí es el mejor de la historia.
Me resulta tremendamente curioso que esos medios y esos periodistas, de información nacional, tengan como latiguillo lo de “el mejor de la historia” para referirse al jugador argentino. ¿Por qué? ¿Por qué se filtra entre informaciones estos elementos subjetivos ante los que parecen no poder contenerse? ¿Por qué lo hacen siendo sabedores de que muchos no piensan en absoluto así? ¿Provocar? ¿Seguir difundiendo el discurso? ¿El complejo y el odio? Podría aceptarlo, pero es que nunca oigo como latiguillo el comentario objetivo cuando se refieren al Real Madrid. ¿Por qué, si hay datos más que concluyentes y sumamente objetivos para un periodista, no usan el latiguillo de “el mejor equipo de la historia”? ¿Quizá es que ahí tienen miramientos con los demás, quizá ahí no quieren “ofender”, no quieren “provocar”?
A ningún madridista se le ocurre decir que nos den una Champions por decreto o por nuestro juego bonito cuando a la final han llegado otros (como hemos tenido que oír en años anteriores). Es más, en general nos enfadamos mucho cuando no logramos ser los mejores, que, desgraciadamente, sucede más que lo contrario, aunque menos que a cualquier otro equipo.
En cambio, tenemos que escuchar en este mismo país y sus medios nacionales, que se le debe una Champions a todo aquel que se enfrenta a nuestro equipo, que pasan a ser mitos y leyendas, los mejores de la historia en lo suyo, se llame Liverpool, Atlético, Buffon o Guardiola… teniendo al verdadero mito vestido de blanco y causante de sus desdichas enfrente de ellos.
Al final, danzo entre el impulso vehemente de la gustosa defensa madridista y la ternura de aquel que mira a esa joven que se rellena los pechos o ese dominguero playero que se mete calcetines en el paquete para consolarse y disimular aquello que no tiene…
No esperen cambios. Cada uno seguirá fiel a su esencia. Uno en su insufrible adolescencia, “in love” con Messi o cualquier ídolo de turno buscando aceptación, trasmutado en equipo millennial o de Generación Z, mientras otros seguiremos leales a nuestro veterano y quejica matrimonio maduro.
Uno inventando relatos, otro a seguir siendo, resignadamente, el mejor de la historia.
Texto: Jorge García @MrSambo92