#OpiniónReal | Solari no va de Arsenio
Cuando a Solari se le asciende al primer equipo quien más quien menos deduce que se puede presentar una temporada de transición, una expresión que genera aturdimiento y congoja entre cualquier madridista. Sobre un entrenador del filial recae la misión de enderezar la temporada. Y, al mismo tiempo, se le confía la función de que pueda ir introduciendo juventud de cara al inevitable relevo generacional que debe darse en todo equipo.
Es probable que desde su fichaje, madridistas nostálgicos como Rancoma pudieran encontrar cierto paralelismo entre esta temporada y la 95-96. Arsenio Iglesias acababa la temporada y le confesaba a sus allegados que se había equivocado al recalar en un Real Madrid en descomposición. Buyo, Luis Enrique, Laudrup, Zamorano y Míchel vestían por última vez la camiseta blanca. Hierro, Redondo o Alkorta eran otros de los referentes de aquella plantilla.
La temporada fue aciaga. El equipo no consiguió ni clasificarse para Europa y el técnico gallego ofreció síntomas de inacción. El episodio de Miquel Soler concediendo entrevistas para revelar que el club impedía que se le alineara para que no se le renovara automáticamente fue muy llamativo.
Pese a que casi cualquier madridista le considera un entrenador interino, y que Solari sabe que el entrenador es una figura que está en continua mudanza, desde el primer momento ha querido mantenerse fiel a sí mismo.
Se ha encontrado con un equipo sin gol, con lesionados múltiples, con situaciones kafkianas como el VAR de la Real Sociedad y con varios jugadores muy alejados de su mejor forma. Quizá este último punto es el más habitual cuando un equipo está mal en la clasificación.
Desde el primer día ha puesto orden en la portería. El argentino sentía predilección por Illgner, por lo que su apuesta por Courtois no resulta extraña. Pese a las críticas ha querido un equipo sólido, solidario, muy generoso en el esfuerzo. Con Bale insano, no hay un jugador con poderío en la finalización, por lo que hay que vaciarse más y que nadie escatime en esfuerzos.
Ante el Sevilla se ha comprobado lo que persigue el argentino. El rival ha estado noqueado en todo, menos en el marcador. Sin salida. Totalmente incómodo. Sin poder lanzar a sus jugadores rápidos. Solari ha integrado 11 jugadores comprometidos, frescos, con voluntad de entorpecer cada acción del contrario. Han llevado el peso del partido y las pocas veces que no tenían el balón, activaban una presión letal y Vinicius y Benzema se preparaban para desplegar el contraataque.
Alguno se permite concluir que lo del Sevilla ha sido un espejismo. O mérito de Modric, nada más. Yo pienso que partidos como el de Copa en Butarque permiten a Solari tener toda la confianza para seguir adoptando decisiones y para, por supuesto, diferir mucho de lo que fue Arsenio Iglesias. Solari se irá -cuando sea- pero se irá orgulloso de haber buscado soluciones ante el Madrid con menos acierto ofensivo que recuerdo.
Un entrenador valiente, al que no le influyen sus detractores, los cuales nunca elogiarán nada aunque la realidad invierta las acusaciones (no se atreve a sentar a pesos pesados, no cambia el dibujo, la suplencia de Isco es personal, Vinicius no tiene peso con él…). En cambio, nadie mide su inteligencia. Cuando te falta el gol, no puedes plantear partidos abiertos, que tanto se veían en el Bernabéu en los últimos años. Ante la ausencia de gol, la fortaleza defensiva es clave para aspirar a algo. Solari lo sabe mejor que nadie.
Foto: AS