#ApuntesDeLaHistoria | Recordando a Roberto Carlos
Escribía la semana pasada sobre José Antonio Camacho que pese a ocupar una demarcación en la que no se suele brillar, futbolísticamente hablando, el de Cieza consiguió hacerse un hueco entre los grandes dentro del imaginario colectivo de los aficionados madridistas. Ciertamente la posición de lateral izquierdo no es demasiado propicia para que un futbolista, salvo casos muy contados, se convierta en una estrella de categoría mundial. Pero en el Real Madrid tuvimos el inmenso placer de disfrutar precisamente de uno de esos casos muy contados. De hecho, tuvimos el grandísimo privilegio de contemplar al mejor lateral izquierdo de todos los tiempos: Roberto Carlos.
Seguramente muchos no lo recuerdan pero Roberto Carlos ya había jugado en nuestro estadio un par de años antes de fichar por nuestro Club. Concretamente el 31 de agosto de 1994, con motivo del Trofeo Santiago Bernabéu, en un duelo que disputaron el Real Madrid y el Palmeiras de Brasil y que finalizó con el marcador de 3-2 para el equipo que comenzaba a dirigir Jorge Valdano. En ese encuentro ya estuvo corriendo la banda y dando asistencias de gol el brasileño que un par de años más tarde se pondría la zamarra blanca para convertirse en uno de los ídolos del madridismo. Uno de los grandes, además.
Roberto Carlos da Silva nació en Garça, Sao Paulo, el 10 de abril de 1973. Comenzó su carrera futbolística muy joven con el Uniao Sao Joao y el Atlético Mineiro antes de comenzar a destacar en serio con el Palmeiras. Con 22 años dio el salto a Europa para jugar con el Inter de Milan. Era la temporada 1995-96. En Italia sólo estuvo un año, el tiempo suficiente para llamar la atención de Fabio Capello. Viéndole jugar el técnico, que dirigía al Milán, se percató del potencial que tenía el futbolista y fue una de las peticiones que realizó a la directiva de Lorenzo Sanz de cara al nuevo proyecto que estaba gestando el Real Madrid para la temporada 1996-97. Roberto Carlos fue uno de los primeros fichajes de aquella tanda de novedades que llegaron para revolucionar un equipo que necesitaba caras nuevas y calidad. Junto a él llegarían Suker, Mijatovic, Seedorf, Illgner…
Roberto Carlos seguramente era uno de los rostros menos conocidos para el aficionado medio en aquellos momentos pero, sin embargo, terminó siendo todo un acierto. Resultó ser uno de los fichajes más rentables de la Historia del Club. Rindió bien desde el primer partido, se adaptó al equipo, a la ciudad y ofrecería una regularidad impropia de los jugadores brasileños, por lo general con tendencia a distraerse y a cambiar de aires cada cierto tiempo. No fue el caso de nuestro lateral izquierdo, que se quedaría en Madrid once años.
Llegó con pelo rizado, pero a las pocas semanas se rapó al cero y se quedó durante toda su etapa de jugador blanco con ese ‘look’ tan característico con el que le recordamos. Bajito, con 1,68 de altura pero una presencia y una musculatura asombrosa, tenía unos muslos de caballo que valían, exagerando un poco, por dos piernas de otro futbolista. Una fuerza explosiva apabullante y una velocidad estratosférica que le permitía subir y bajar como una locomotora, arriba y abajo, arriba y abajo durante noventa minutos, un partido tras otro, una jornada tras otra, una temporada tras otra… Roberto Carlos revolucionó el puesto de lateral izquierdo o lo que hasta en ese momento entendíamos que tenía que ser un lateral izquierdo. No sólo defendía y ayudaba en ataque… Él mismo atacaba.
Su pierna izquierda era un auténtico cañón, una pieza de artillería móvil que provocaba el terror en las porterías rivales. Sobre todo a la hora de lanzar las faltas. Las faltas lejanas, y esto hay que puntualizarlo. Él no tiraba todas las faltas, él ejecutaba los lanzamientos a larga distancia aumentando las probabilidades de gol del equipo, que contaba con un recurso ofensivo más.
El hecho de que tuviera un papel tan determinante en ataque hacía que pasara desapercibida la labor que ejercía atrás, seguramente porque se trataba de un trabajo más sucio y menos llamativo. Pero es que era bueno también atrás, aunque algunos lo pusieran en duda. De hecho había un ‘reputado’ periodista que no dejaba de repetir una y otra vez que era un mal defensa. ¿Un mal defensa? Cuestión de gustos y de puntos de vista, supongo, pero éramos bastantes los que queríamos que en el lateral izquierdo siempre estuviera Roberto Carlos. Se convirtió en una de las grandes estrellas del equipo, a la misma altura que cualquier delantero o centrocampista de ataque, que son los que se suelen llevar los aplausos.
En sus años de mayor esplendor también brilló con su Selección. De hecho, ya era todo un habitual de la ‘Canarinha’ cuando fichó por el Real Madrid en 1996. Había debutado con el combinado nacional de su país con sólo 19 años, en 1992, y fue Internacional hasta 2006. Durante esos 14 años llegó a disputar 125 partidos y sólo Cafú le supera en número de internacionalidades con el equipo brasileño. Disputó los Mundiales de Francia 1998, donde fue finalista, Corea-Japón 2002, donde se coronó Campeón del Mundo, y Alemania 2006. Además del Mundial de 2002 con Brasil ganó las ediciones de la Copa América de los años 1997 y 1999 y la Copa Confederaciones de 1997. Vistiendo la elástica brasileña ofreció todo su recital de fútbol y de goles, alguno tan recordado como la famosísima ‘bomba inteligente’ del 3 de junio de 1997. Ese día, en un amistoso frente a Francia, Roberto Carlos ejecutó un alucinante y endiablado lanzamiento de falta desde más de 30 metros que asombró al mundo del fútbol. El esférico realizó un efecto rarísimo y trazó una trayectoria inverosímil que salvó la barrera de los jugadores galos por fuera para volver a meterse dentro y clavar la red del guardameta Fabien Barthez. Un golazo de otro planeta, seguramente su gol más recordado y con millones de visualizaciones en YouTube.
Con el Real Madrid también se hinchó a marcar goles. ¿Quién no se acuerda de aquel gol increíble en Tenerife, sin ángulo y desde la línea de fondo? Goles de falta, goles desde fuera del área, goles llegando desde atrás… En total fueron 68 tantos. El dato, analizado así en caliente, puede parecer incluso relativamente bajo… ¡Pero es que estamos hablando de un lateral izquierdo! 68 goles eran una barbaridad, una media de más de 6 goles por temporada. En la temporada 2000-01 llegó a marcar 10 goles en competición oficial, 5 en Liga, 4 en Champions y 1 en la Copa Intercontinental. Era algo impresionante.
No sufrió lesiones de gravedad y fue un hombre fijo con todos los entrenadores que fueron desfilando por el Real Madrid de finales de los noventa y principios de siglo. En el lateral izquierdo siempre estaba Roberto Carlos. Salvo en su última campaña nunca bajó de cuarenta partidos oficiales por ejercicio y en cinco temporadas llegó a superar el medio centenar de partidos. Tenía un físico extraordinario. 2006-07 fue la que menos jugó, ‘sólo’ 32 partidos. Curioso caso el suyo, llegó con Fabio Capello ganando la Liga y se marchó con él ganando otra Liga. Fue una bonita despedida, con aquella fiesta colectiva en el Santiago Bernabéu al término del partido con el Mallorca en el que también decía adiós David Beckham.
Pensábamos que el vacío que dejaría con su marcha sería terrible pero tuvimos la enorme fortuna de que otro brasileño que había llegado en el mercado de invierno confirmó las expectativas de los que le describían como su recambio natural. Marcelo ha resultado ser un magnífico y digno sucesor. Además tanto el maestro como el alumno compartieron vestuario durante unos meses ejerciendo un relevo que dura hasta nuestros días. Hay quien se pregunta si era mejor Roberto Carlos o Marcelo y la verdad es que algunas diferencias entre ambos jugadores las había, lógico… Personalmente creo que Roberto Carlos era más completo, pero no deja de ser una opinión personal.
Tras su salida del Real Madrid el brasileño aterrizó en el futbol turco y con el Fenerbahçe jugó las temporadas 2007-08, 2008-09 y media campaña en la 2009-10. En 2010 regresó a Brasil para vestir la camiseta del Corinthians y en 2011 se marchó a Rusia para jugar con el Anzhí, equipo del que llegaría a ser entrenador. En 2012, con 39 años de edad, anunció su retirada como futbolista aunque descolgaría las botas de manera breve y anecdótica en una curiosa experiencia como entrenador-jugador con el Delhi Dynamos FC de India. Como técnico Roberto Carlos también ha entrenado en Turquía y en Catar. Seguramente sea su faceta más desconocida, la de entrenador…
En 2016 volvió a su ‘casa’, al Real Madrid, para trabajar en las categorías inferiores del Club y ejercer también labores como asesor y embajador de la entidad blanca. Aquí sigue con nosotros y en la actualidad ejerce como comentarista en Real Madrid Televisión. Es ya como uno más de la familia madridista, parte de nuestra legendaria Historia. Además, siempre fue uno de nuestros futbolistas más queridos ganándose el afecto de una afición que le idolatraba y que valoraba todo su esfuerzo. Y es que, además de ser bueno, Roberto Carlos era de los que sudaba la camiseta. No podía ser de otro modo… Con ese físico su fútbol era todo nervio, fuerza y potencia. Un futbolista colosal.
Roberto Carlos da Silva disputó un total de 527 partidos oficiales y marcó 68 goles durante las once temporadas que vistió la camiseta del Real Madrid. Ganó 4 Ligas, 3 Champions League, 2 Copas Intercontinentales, 1 Supercopa de Europa y 3 Supercopas de España.
Texto: @Rancoma_
Fotos: Realmadrid.com