El absurdo debate Bale-Isco, por @antoniovv
Al aficionado del Real Madrid le tiene que costar disfrutar de los éxitos de su equipo, incluso durante este momento pletórico. Le cuesta, sobre todo, porque no se lo permiten. Poco importa que el equipo se haya proclamado con total justicia campeón de Liga, o que opte a encadenar dos cetros europeos consecutivos (algo que no ocurre desde 1990); el foco mediático prefiere apuntar a supuestos problemas internos de diversa índole, en lugar de destacar los aspectos positivos y poner en valor la labor de jugadores o cuerpo técnico. Las salidas de la plantilla de cara al próximo verano son un tema recurrente, pero el indiscutible debate estrella es el que enfrenta por un puesto en el once inicial a Gareth Bale e Isco Alarcón, especialmente pensando en la gran final de Cardiff.
Partimos, por supuesto, de un principio argumental absurdo; que ambos futbolistas no pueden jugar juntos. No sólo es falso, sino que el galés y el malagueño han compartido minutos frecuentemente. Por ejemplo, en el 0-3 liguero en el Vicente Calderón, en el que fueron dos de los jugadores más destacados del equipo.
La tendencia abrumadoramente mayoritaria es menospreciar a Bale, sus méritos, sus cualidades, su aportación o lo que el Madrid ha conseguido durante las cuatro campañas en las que ha defendido la camiseta con el dorsal ‘11’. Hay un claro aroma a xenofobia en las críticas hacia el galés. Son muchos los que suponen que el hecho de defender un aumento de protagonismo de un futbolista español como Isco se sostiene mejor si se relega a su supuesto competidor a un estatus de elemento perjudicial para el funcionamiento colectivo del grupo.
Así, hemos asistido a una vergonzosa sucesión de ruegos para que el de Cardiff siga de baja por lesión. Al mismo tiempo, se ha asentado la premisa de que el equipo juega mejor y gana más partidos sin Bale. Esa tesis se ha empleado hasta el paroxismo refiriéndose a la derrota liguera ante el Barcelona. Se ha difundido como una verdad que el Real Madrid perdió el encuentro principalmente porque Zidane se obstinó y alineó de titular al galés. En realidad, cuando Bale abandonó el terreno de juego, el partido estaba empatado, con más de 45 minutos por delante para que se decantara hacia uno u otro bando.
Pasemos a otro de los considerandos favoritos de la opinión publicada; que el equipo juega mejor con el 1-4-4-2 y cuatro centrocampistas puros, que con el 1-4-3-3 y la BBC arriba. Para empezar, los sistemas y dibujos no son más que eso, una ilusión y unas posiciones de partida, que se modifican en numerosas ocasiones durante cada partido por el mero desarrollo del juego o por las indicaciones del cuerpo técnico. No, por mucho que se empeñen, los futbolistas no son piezas de ajedrez que permanecen estáticas en una porción acotada del terreno de juego.
Además, los críticos olvida lo mucho que el Madrid ha conseguido con el esquema más frecuente con Zidane, y con Ancelotti. La mayor parte de victorias y títulos de las tres últimas campañas se han logrado con este sistema organizativo como base. Por cierto, se trata exactamente de la misma disposición que emplea el F.C. Barcelona con poca o nula contestación mediática. En cuanto al nivel de fútbol desplegado con uno u otro armazón táctico, se trata en todo caso de percepciones personales y subjetivas. Las mías son que cada elección tiene sus debilidades y fortalezas, y que he visto al Madrid mejor y peor empleando un libreto y el otro. Creo además que el que escoge es quien mejor conoce cómo están los suyos.
Si algo habría que destacar de la gestión de Zidane es el aprovechamiento de sus recursos, lo bien que ha empleado la plantilla. Todos sintiéndose importantes porque, en realidad, han sido importantes. Lo que en principio debía ser algo positivo, también ha sido objeto de críticas. Isco ha jugado mucho, muchísimo, pero se sigue transmitiendo la idea de que su entrenador ha sido injusto con él porque tendría que haber participado mucho más. Claro que este año eso se podría decir prácticamente de cualquier otro jugador del equipo. Lo que no se plantea es que quizás el malagueño está firmando un excelente final de temporada precisamente debido al reparto de minutos diseñado por el cuerpo técnico.
Lo lógico sería desear el máximo bien deportivo a cualquier profesional. Es decir, que Zidane dispusiera de su plantilla al completo de cara a la gran cita de Cardiff. Con todos sus efectivos a punto, sería el técnico galo el que decidiera qué once futbolistas saltaran al estadio del Milenio para buscar la ansiada 12ª, los que aguardaran su oportunidad desde el banco y los que se resignaran a verlo desde la grada.
El irrefutable éxito alcanzado por los blancos en el todavía corto periplo de ZZ como entrenador del primer equipo debería ser aval más que suficiente para que las decisiones del técnico fueran respetadas. Pero ya sabemos que no ocurrirá. Siempre hay un resquicio para la crítica, para el menoscabo, para la generación artificial de una nueva polémica sobre la que elucubrar sin más argumentos que vanalidades o filias y fobias personales. Como si cualquiera que esté frente a un teclado, una cámara o un micrófono tuviera más conocimientos tácticos y técnicos que alguien que lo ha ganado prácticamente todo como jugador y entrenador.
Ante una hipotética derrota del Madrid en la final, las tintas se cargarán sobre el galo, su elección de jugadores y su ausencia de pericia táctica. Una victoria serviría para obtener una tregua temporal, un breve periodo en el que la controversia se vería desbordada por la euforia. En todo caso, la incansable búsqueda de un posible objeto de discusión que tenga que ver con el Real Madrid no va a cesar. Y es que es el principal sustento de horas y horas de tertulias, de centenares de páginas escritas, el combustible que impulsa una gigantesca maquinaria.