Endrick ‘desaparece’
JAVIER SORIANO / AFP via Getty Images
En los dos partidos oficiales que acumula el Real Madrid, el brasileño no ha sumado ni un minuto
La temporada no ha hecho más que dar el pistoletazo de salida y ya hay ‘caso Endrick’ en el Real Madrid, club que llenó las arcas del Palmeiras al depositar 35 millones y 25 en variables para hacerse con los servicios del joven carioca. Pese a que el jugador tiene la lección aprendida (no es mascarón de proa ni oposita a figurar en los onces iniciales), aún no ha disputado ni un solo minuto con Ancelotti en partidos oficiales.
Primero Varsovia, en la final de la Supercopa de Europa, y luego Mallorca. Dos viajes en vano para un Endrick engullido por el banquillo. Al menos, donde sí pudo foguearse fue durante la gira de pretemporada por Estados Unidos. Sin varios de los peces gordos de la plantilla… el atacante madridista sumó 113′ a su contador ante Milan y FC Barcelona.
Pero, en el envite que servía a modo de despedida sobre tierras americanas, frente al Chelsea, Endrick no se vistió de corto debido a una sobrecarga muscular. Con lo que, desde el Clásico (celebrado el pasado 4 de agosto), el ex del Palmeiras no ha vuelto a pisar los terrenos de juego. Un revés que le ha costado caro, puesto que ya lleva 17 días sin entrar en juego.
Del mismo modo, el joven Endrick (18 años) sigue sin saber lo que es debutar oficialmente con el club de sus amores, el Madrid. «Estoy muy contento porque desde niño siempre fui un fan del Real Madrid. Y yo estoy aquí ahora», confesó en su presentación ante un Santiago Bernabéu abarrotado. La afición blanca, aparte de relamerse junto al póker Vinicius, Mbappé, Rodrygo y Bellingham, también ansía con ver a Endrick.
El domingo (17.00 horas, Movistar Plus+) el Real Valladolid visita el Coliseo Blanco en la segunda jornada de la competición doméstica, un choque que bien podría significar ese ansiado estreno de un Endrick que, si contempla un horizonte parecido al actual, no vería con mala cara aquello de salir cedido en el mercado invernal. En el ostracismo, y más a su edad, no se puede vivir.