Ancelotti alude a la falta de «equilibrio»
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Tras pinchar en el estreno liguero frente al Mallorca
En la primera curva, el Real Madrid derrapó. Se barruntaba una noche halagüeña, no solo por el debut en Liga de Kylian Mbappé, quien estuvo a punto de colgar el cartel de ‘no hay billetes’ en la isla, sino también por la concatenación de estrellas que conviven en el cuadro blanco. Si bien la final de la Supercopa de Europa suscitó un encaje de piezas a las primeras de cambio, el empate (1-1) en Son Moix saca a la palestra unos cuantos desajustes.
Para solucionar la maquinaria, Carlo Ancelotti, visiblemente cariacontecido por lo ocurrido -en la rueda de prensa post partido-, ya ha detectado el lunar que hizo estragos: no es otro que el equilibrio. «El partido lo hemos empezado bien, nos hemos adelantado y hemos podido meter el segundo. En la segunda parte nos ha faltado equilibrio. Es un partido que hemos podido perder por no tener equilibrio», comentó al respecto el preparador italiano.
El Real Madrid, que sentó las bases mediante un tanto catedrático de Rodrygo antes del primer cuarto, cayó en la autocomplacencia durante los segundos 45 minutos. Un error suicida que cerca estuvo de evolucionar en derrota, tal y como aseveró Carletto. Para más inri, el Mallorca (finalista en la última edición de la Copa del Rey) no escatima en aquello de ir a tumba abierta. Además, cuando se tiene que enrocar lo hace, prácticamente, de memoria.
Pese a que el dardo de Ancelotti parecía ir teledirigido hacia la zona ofensiva (Mbappé, Bellingham, Rodrygo y Vinicius), el de Reggiolo extendió los tentáculos y culpó a todas las líneas de campo: «El equilibrio se encuentra con jugadores que piensan lo mismo cuando hay que recuperar el balón. Tenemos que ir todos juntos. Todo el mundo puede pensar que es un problema de los delanteros, pero también puede ser de los defensas o de los centrocampistas. No han entendido que esto era un aspecto muy importante».
El viejo anhelo
Esa fractura en la segunda mitad provocó que el nombre del anhelado Toni Kroos volviera a emerger. El alemán, un mago con botas, ya es historia y el redundar en su pérdida no sirve de nada. De hecho, puede ser hasta nocivo. A día de hoy, en el panorama futbolístico, no existe un jugador de su misma estirpe.
Al menos, en las filas madridistas, sí que aguarda un hombre capacitado para congelar los partidos cuando pintan bastos, y ese es Luka Modric, que ayer, en Son Moix, disputó la última media hora. Como viene siendo tendencia en los últimos tiempos, el centrocampista croata fue ovacionado por una afición bermellona que valora el fútbol de claqué.