#CrónicasVikingas | En Glasgow tenia que ser
Corría mayo del 2002, poco antes de que Queens of The Stone Age sacara su magistral Songs For The Deaf y que sacerdotes españoles salieran del armario (ante la hilaridad y el pasmo de la Iglesia), cuando Roberto Carlos envió un melón en forma de centro al plomizo cielo de Glasgow… Y lo que pasó unos eternos segundos después ya está escrito con letras de oro en los anales de la historia del mejor Club del siglo XX.
El rival en la lucha por el Santo Grial del madridismo era el correoso Bayer Leverkusen, típico equipo teutón que contaba como principales referentes al central brasilero Lucio y a Ballack, arquetipo de la nueva generación alemana que combinaba a la perfección la fiabilidad clásica y una tremenda pegada.
No podía empezar de mejor forma el duelo en el histórico Hampden Park, ya que minutos después del pitido inicial una pillería made in Raúl unido a la escandalosa cantada del arquero Butt nos situaba por delante, hecho que duró apenas cinco minutos por un remate a placer de Lucio ante la pasividad de la defensa y César, portero que ocupaba los palos en los últimos partidos por las dudas que ofrecía el ya idolatrado Iker. Parecía que el partido llegaría al descanso en tablas, aunque cuando un genio está en el campo todo es posible, como «Le Roi» Zidane se encargó de certificar con la ya inmortal y excelsa volea que alborozó a millones de merengues y dejó boquiaberto al Planeta Fútbol.
Como no hay gloria sin sufrimiento el final fue no apto para cardiacos, ya con Iker en el campo por lesión de César y con una exhibición antológica de reflejos y sangre fría del galáctico de Móstoles en unos interminables minutos finales que llevaron al Madrid a conquistar la Novena en el año de su Centenario y en pleno San Isidro. No podía haber sitio mejor para tamaña proeza que el césped de Hampden Park, ya que en 1960 La Saeta Rubia, Cañoncito Pum Puskas y cía destrozaron sobre el mismo césped al también alemán Eintracht Frankfurt por 7 a 3, en la que muchos denominan la mejor final de Copa de Europa jamás vista, además de consolidar la tiranía blanca con la Quinta.
No podía ser otro sitio que Glasgow, lugar que vio nacer a gurús de la guitarra de la talla de los excelsos Mark Knopfler y Angus Young, donde el artista Monsieur Zizou alumbrara su obra cumbre con una icónica volea que se ha convertido en referente de toda una generación de privilegiados madridistas…Florentino Pérez respiró aliviado por el primer gran triunfo de su faraónico proyecto y Don Santiago Bernabéu sonreía desde su descanso eterno en Almansa, satisfecho de ver como su obra seguía reinando en Europa un 15 de mayo del año 2002 por Novena vez.
Texto: Guillermo Caridad
Foto: ABC