#OpiniónReal | Rudy evoluciona como el buen vino
El Real Madrid ha asegurado su primera plaza en la liga regular después de imponerse con solvencia al Baskonia. En el partido hemos asistido a una auténtica exhibición de Rudy Fernández. Para mí casi siempre juega bien, pero en el partido ha mostrado ese repertorio ofensivo que con los años va graduando. Reversos, tiros en suspensión o penetraciones han sido notas llamativas de su juego.
En el Real Madrid actual Rudy no suele mirar mucho el aro. Su juego consiste en simplificar la labor de sus compañeros. Es el mejor defensor del equipo. Especialista en recuperar balones, asistir, crear juego y atacar el rebote para hacerse con cualquier rebote largo o balón dividido. Es muy inteligente a la hora de interpretar las defensas del rival y su calvario de lesiones le ha podido minar en el apartado físico, pero le ha hecho un jugador más lúcido.
Para evocar la progresión de Rudy hay que situarse en el año 2004. Era la Copa del Rey de Sevilla. Con una plantilla corta y joven -solo Tabak aportaba el contraste- Rudy, a sus 18 años, estuvo a punto de liderar a su equipo a una victoria sin precedentes. Su mate de espaldas en la final fue apoteósico. El dúo Scola-Nocioni lo impidió.
En el 2008 pudo resarcirse. Rudy contó con algún aliado como Ricky o Barton, y con su juego y su viveza, sacó del partido a Pete Mickeal para proclamarse campeón de la Copa del Rey. En Badalona era el jugador resolutivo en ataque. La primera opción para lanzar a canasta. Rápido de piernas, con gran salto y mucha facilidad para generarse sus propias canastas después de amagar la penetración y salirse hacia fuera para probar el triple.
En la NBA tuvo que ejercer de especialista. En Portland, Brandon Roy, el jugador más egoísta que recuerdo acaparaba todas las posesiones. Rudy esperaba paciente, bien plantado, para que si le llegaba el balón pudiera lanzar de tres. Había mejorado mucho en el tiro. En el baloncesto norteamericano no podía marcar diferencias con su salto o capacidad atlética, así que se recicló como un lanzador por el que pasaban pocos balones en cada partido.
Quien se haya anquilosado en esa imagen de Rudy puede sentirse frustrado en estos tiempos. En el Madrid de Laso Rudy ejerce un papel de jugador maduro, que no prioriza la anotación. Su facultad reside en hacer mejor a sus compañeros. No le importa acabar los partidos con menos de 5 puntos, pero su influencia en el juego es mayúscula.
Ya no se va a ver un Rudy que se acerque al aro para recibir un pase por encima del aro y machacarlo de espaldas. Al revés, ahora es él quien da ese tipo de asistencias, quien atrae defensores para doblar el balón y quien marca la pauta de la defensa de Laso con su facilidad para pasar los bloqueos del adversario por delante.
Rudy ya no es tan espectacular como en su época del Joventut, pero es regular y consistente. Para ganar la Euroliga se le precisa sano. Además, tiene ese oficio para desquiciar a los rivales, no solo con su defensa, sino también con su competitividad y espíritu provocador. Porque Rudy es ese jugador que cae mal a las hinchadas rivales. Por suerte, está en nuestro equipo, y no le importa estar en un segundo plano para que luzcan otros.
Texto: @DBenavidesMReal
Foto: Realmadrid.com