El Real Madrid a por la Decimoquinta: madridismo, no os acostumbréis.
Justin Setterfield/Getty Images
El Real Madrid se cita una vez más con la historia. El conjunto blanco jugará su sexta final en 10 años en el emblemático Wembley. Una década de éxito que comenzó con la Décima, pero no siempre ha sido así.
La historia del Real Madrid ha estado plagada de éxitos. Es el equipo más laureado del continente. El rey de reyes en la Champions League desde que la competición se inició. Una institución histórica dentro del deporte.
La nueva generación madridista ha crecido acostumbrada a ver a su equipo en finales de Champions año tras año. No sólo eso, ha visto como se sucedían los títulos europeos. Sin embargo, para llegar a este momento de la historia, hubo que pasar por épocas de sequía.
Mi infancia se desarrolló buscando la ansiada décima. Defendiéndome del antimadridismo que atacaba con el discurso de que los éxitos madridistas eran en blanco y negro. Convencido de que éramos el club más grande, a pesar de caer una y otra vez en las eliminatorias de Champions.
Nos tuvimos que rebelar contra la época dorada del Barça de Guardiola. Aguantando carros y carretas y con la fe de que volveríamos a imponernos en el panorama futbolístico.
Con la vuelta de Florentino, Cristiano y Mourinho, el Real Madrid recuperó su status. Volvió a ser competitivo en Champions y alcanzó la semifinales de la máxima competición europea en 3 ocasiones consecutivas. Y aún ahí, tuvimos que lidiar con el amargo sinsabor de la derrota. Acariciamos la final 3 veces consecutivas y se nos negó de las formas más crueles que existen: cayendo contra el Barça, no pudiendo culminar la remontada contra el Borussia Dortmund y siendo eliminados por el Bayern en una fatídica tanda de penaltis.
La Décima se alejaba, parecía una quimera, una utopía. Un deseo maldito que nunca llegaría. Y el antimadridismo se reía y respiraba con cada eliminación. Nos trataban como locos cuando decíamos que eramos el club más grande. Lo que no sabían es que el Real Madrid siempre vuelve, como cuando tras 32 años el conjunto blanco consiguió la séptima.
Sobre esa fe inquebrantable y el sufrimiento de volver a recuperar el trono, se cimentaron los pilares del Real Madrid que hoy conocemos. Una historia de venganza, donde se han ido recobrando todas las deudas pendientes titulo tras titulo.
En 2014, hace 10 años, el Real Madrid venció de forma épica al Atlético de Madrid alzándose con la Décima. Las risas de aquellos que hablaban del blanco y negro se convirtieron en lágrimas. Una justicia poética que dio comienzo a una década absolutamente irrepetible.
Dos años más tarde llegaría la Undécima contra el mismo rival. La Duodécima llegaría doce meses después frente a la Juventus y se completaría un ciclo de tres años consecutivos revalidando título contra el Liverpool. La Decimocuarta llegaría en 2022 contra el mismo rival, pero tras una transición que hizo temblar el proyecto madridista.
Así pues, nos encontramos a horas de una nueva final dos años después. Una década recordando al mundo quien es el rey de Europa. Pero no hay que olvidar de donde venimos. Emborrachados de éxito nos habituamos a lo inverosímil. Hacemos rutina de lo excepcional.
El mérito de esta generación gloriosa del Real Madrid quedará para siempre en la historia del fútbol y del deporte. Con el tiempo miraremos atrás y saborearemos el bello recuerdo de este equipo, como el de Di Stéfano, la quinta del buitre, el Real Madrid de la séptima o los galácticos. Este equipo debería ser nombrado como la generación orejona del Real Madrid.
Hoy el Real Madrid se ha ganado una oportunidad más de grabar con letras doradas su nombre en la historia. La penúltima vendetta por aquella semifinal que tanto daño hizo al madridismo. 90 minutos para la decimoquinta. ¿Dónde quedó aquello del blanco y negro?
Sea como sea disfrutemos de estos nervios, de la sensación de volver a una final de Champions, del proyecto que Florentino nos ha regalado, de una plantilla histórica.
No os acostumbréis, disfrutad como si fuese la ultima final de Champions de vuestra vida.
Juntos a por la decimoquinta. ¡Hasta el final vamos real!