#PantallaBlanca | Quijotismo madridista contra molinos alemanes.
–La competición va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear. Porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta, o pocos más, desaforados jugadores del Bayern con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer; que este es buen partido, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.
–¿Qué jugadores? –dijo Sancho Panza.
–Aquellos que allí ves –respondió su amo– de largos cuerpos y fuertes piernas, que las suelen tener algunos de casi dos leguas.
–Mire vuestra merced –respondió Sancho– que aquellos que allí se parecen no son jugadores del Bayern, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos y piernas son las aspas, que volteadas del viento hacen andar la piedra del molino.
–Bien parece –respondió don Quijote– que no estás cursado en esto de la Champions: ellos son jugadores del Bayern, y si tienes miedo, quítate de ahí y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla.
Y en conducción vertiginosa, sin atender a las voces que su escudero le daba, los acometió al grito de:
–¡Non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo madridista es el que os acomete!
Así es el madridismo: temerario.
Aquellos fornidos alemanes, altísimos y rubios, fuertes y férreos, siempre mal encarados y con el gesto fruncido, francamente temibles, podían vencer en alguna ocasión, pero jamás lograron atemorizarnos… ¡recuerden que nosotros somos los vikingos!
En los años 70 y también los 80 se convirtieron en una auténtica potencia futbolística, hasta el punto de que terminaron convirtiéndose en una de nuestras “Bestias Negras”, si bien hubo de todo. El hecho es que nuestro equipo por aquellas épocas no ganaba ni dominaba en Europa, mientras que los alemanes conquistaron sus primeras tres Copas de Europa en el 74, 75 y 76.
Eran temibles, venían de ganar las dos anteriores ediciones y se proclamarían de nuevo campeones ese año 76, exhibiendo la prepotencia y chulería que ya tenían y que no les ha abandonado. Era nuestro primer enfrentamiento, pero nada amilanó a los nuestros a pesar del arbitraje y las bajas… Tanto es así, que incluso un enardecido y tempestuoso espectador decidió emprender su particular batalla poseído, como Quijote, por una enajenación transitoria, que le lanzó contra lo que él creía un gigante vestido de negro o un molino, porque no quedó claro a qué enfrentaba su furia. Saltó al campo y agredió al árbitro tras habernos escamoteado un penalti. “El loco del Bernabéu”, lo llamaron. 26 años contaba el buen hombre, llamado Jaime, que dejó a su embarazada esposa de seis meses junto a su hermano y su cuñada, que observaron como unos perplejos Sancho Panza la escena, y se lanzó al grito de “¡Non fuyades!” contra el colegiado, al que propinó un croché de derechas. Su padre estuvo dos años sin hablarle en su vergüenza… Un mal entendido quijotismo.
Nuestra “Bestia Negra”, decían, tras volver a caer eliminados contra esos rubiales bigardos asalchichados en la temporada 86/87, con aquel doloroso 4-1 en Alemania, el partido del también doloroso pisotón de Juanito a Matthäus (jugador al que admiré mucho en mi infancia y adolescencia noventera), vengando una salvaje entrada del alemán a Chendo, en lo que sería otro mal entendido ataque a los gigantes de nuestro quijotesco malagueño.
Sí, eran temibles también en los 80, aunque algo menos, pero ahí estaban nuestros pequeñajos y correosos jugadores, morenazos y a veces bigotudos, rebozándonos en el tópico, sin amilanarse lo más mínimo, a pesar de la propaganda, que de nuevo coge una parte para falsear un todo. Por eso la venganza llegó un año más tarde, en la 87/88, con una soberbia victoria en el Bernabéu por 2-0 y una asumible derrota por 3-2 en Alemania que nos clasificaba. Los Quijotes se llevaron por delante molinos y gigantes.
Aquella época, donde se forjó la leyenda de la “Bestia Negra”, acarreó dos eliminaciones y una clasificación, lo que no es algo exagerado ni sistemático precisamente. De hecho nunca ganaron en el Bernabéu en aquellos tres enfrentamientos, como nosotros no lo hicimos en Alemania.
Fue desde la temporada 99/00 a la 2006/2007 donde encadenamos más enfrentamientos directos, hasta doce, con cuatro victorias madridistas por siete alemanas. Lo curioso es que esa superioridad en victorias no se tradujo en nada positivo para el Bayern, más bien al contrario, ya que conquistamos dos Champions, una en el año 2000 y otra en el 2002. Curioso fue el año 2000, donde nos encontramos cuatro veces, dos en la fase de grupos donde perdimos ambos partidos con sendas goleadas (2-4 y 4-1), y otras dos en las semifinales, donde volvimos a perder en Alemania (2-1), resultado suficiente para acceder a la final tras el 2-0 “remontador” del Bernabéu. Es decir, puro quijotismo en su más pura esencia. Perder tres enfrentamientos directos, la lógica apuntando a la eliminación y la Champions de los soñadores regresando a su madrileña casa.
Hasta 2007 nuestra “Bestia Negra” nos ha ganado diez partidos mientras que nosotros vencimos en seis. Más dos empates. Fue una época en la que el Bayern se sabía fuerte y poderoso, pero también algo acomplejado y temeroso, enrabietado en su proverbial prepotencia por aquel equipo que encandilaba con su juego en Europa, que era dominador, que había vencido en el 98 y el 2000, que los llamaban galácticos… Pero ellos habían ganado en 2001.
Aquellos jayanes de pelo “camomílico” y rosto granítico nos dijeron que “no éramos de otro mundo” (comentario que delata que lo temen en realidad), que nos pudo la prepotencia (hablando como si ya hubieran ganado la eliminatoria aunque quedaba el partido de vuelta), que nos “cagábamos en los pantalones bajo presión” (quedando el que sería un memorable e inolvidable partido en el Bernabéu)… Lo demás es historia, pasó el Madrid, que luego eliminó al Barcelona y terminó con otros alemanes para traer la Novena en 2002.
Las tornas habían cambiado. Cinco eliminatorias en esos años. Tres para el Madrid, dos para el Bayern. Dos Champions para el Madrid por una para los alemanes en 2001. La Bestia Negra cogía otro tinte, parduzco quizá, o gris…
Y de la que fue la etapa más hegemónica en Europa en la época “Champions” (tres en cinco años) a la que lo es ahora (cuatro en tres años). Ambas capitaneadas por el Madrid. Seis enfrentamientos desde la temporada 2011/2012 a la 2016/2017. Cinco victorias madridistas por una muniquesa, dos eliminatorias para nosotros, una para ellos en unos infaustos penaltis… Tres Champions más para nosotros, no en todas enfrentándonos a ellos, y una para los alemanes.
Así, hemos jugado 24 partidos contra el Bayern de Munich y hemos ganado los mismos que hemos perdido: 11. Además de dos empates. La igualdad también se refiere a los goles, donde tenemos uno más que los alemanes: 37 a 36.
Es algo así como la victoria de Quijote, la conversión de la Bestia Negra en oso polar o panda, pero también quizá la trasmutación del quijotismo en “Bestia Negra”. Y no hay nada que aliente a un equipo con orgullo, un equipo campeón, como también es el alemán, que acabar con su Bestia Negra. No está mal convertirse en los gigantes siempre que no perdamos el quijotismo, la aspiración del imposible, porque a Quijote los gigantes-molinos le dieron una buena paliza, pero David terminó con Goliat… Y esto es un duelo de titanes.
Por eso, simple y llanamente… Seamos el REAL MADRID.
Texto: @MrSambo92
Foto: El Confidencial