#PantallaBlanca | Los años en los que se inventó el fuRGol
¡Qué cosas más extrañas suceden en los entornos madridistas! ¡Pues no resulta que toda una afición se levanta con entusiasta algarabía por una noticia escondida, sin eco ni preponderancia mediática, como es esa en la que se anuncia que se pondrán ver partidos de nuestro Real Madrid con el audio del canal del club, prescindiendo así que los sesudos comentarios de los Valdano, Robinson, “Maldini” y compañía…! ¡Y no es por los nuevos comentaristas que nos contarán las vicisitudes de los partidos, no, aunque también tendrá su punto, sino por ahorrarse las intelectuales observaciones de los anteriores!
¿Es la piel fina de la afición madridista o el hastío de escuchar retransmisiones donde se infravaloran los méritos de nuestro equipo y se engrandecen los de cualquier rival? ¿Es la afición del Madrid demasiado “delicadita” o está hasta las narices de que nuestros buenos partidos sean ventilados con tibios y breves comentarios, como el que hace algo lógico sin mérito alguno, o por causa de los defectos rivales, mientras se loan hasta la extenuación las acciones de nuestros contrarios, aunque hayan salido merecidamente derrotados?
Es probable que nuestra afición sea en exceso tiquismiquis, que se ofenda por cualquier cosita, o puede que lleve varias décadas soportando que todo el mundo se permita dar consejos a este club sobre cómo debe conducirse o gestionarse, a pesar de ser una institución privada, siempre desde un púlpito inmisericorde donde sólo se ven defectos porque en el club madrileño nunca se hace nada medianamente bien. Quizá sea una afición prepotente la madridista, que no acepta una sola crítica, o quizá está hasta el gorro de que se dediquen más minutos en los medios a elogiar al equipo que acaba de ser vencido o goleado porque han logrado acercarse a nuestra portería en dos o tres ocasiones; que se prefieran crear debates estériles e interesados para rellenar horas de televisión en vez que analizar las virtudes, que aunque parezca raro las tiene, de la institución más prestigiosa del universo deportivo cuando las merece…
¿De dónde viene esta reacción multitudinaria dentro del madridismo más comprometido con las interioridades del equipo y el funcionamiento de los medios de comunicaciones y estamentos deportivos, así como de las redes sociales? ¿Desde cuándo se viene gestando todo esto?
Crecí con los éxitos de la Quinta, dando por hecho, en mi mentalidad infantil, que la Liga era para nosotros por norma, y que el resto se repartía la Copa en el mejor de los casos… hasta que llegó el Canal Plus… Es cierto que ya en aquella época oía eso de que “el Madrid no juega a nada”. Sí, con la Quinta incluso. Me acuerdo perfectamente porque ya tenía mis discusiones en el parque con amigos que se decían madridistas pero amenazaban con hacerse de otro equipo tras un inicio de temporada con varios empates (fueron dos o tres empates seguidos a 2, pueden comprobarlo, yo juro que no lo he mirado en google ni ningún otro sitio, lo tengo grabado en la cabeza), como el de la temporada 88-89. Me acuerdo porque había vendedores en el mercado, del Madrid o de otros equipos, que recitaban esa monserga: “Sí, gana, pero no juega bien”. Recuerdos imperecederos de infancia.
Pero algo ocurrió con la llegada del Canal Plus en 1990, año de la quinta liga seguida, que sería la última de la racha, precisamente. En el 90, Canal Plus comenzó sus emisiones y entre ellas un programa llamado “El Día Después”, presentado por Nacho Lewin junto a Jorge Valdano, que daba lecciones tácticas, y al que sustituyó al año siguiente Michael Robinson. Éste último cayó en gracia, su lastimoso castellano y algún chascarrillo que otro, hicieron de él el principal aliciente, junto a “Lo que el ojo no ve”, del programa.
Fueron años de auge de programas futboleros, que además pretendían alejarse del academicismo y el rigor del clásico “Estudio Estadio” (¡qué grandes resúmenes hacían!), perpetrando cosas cada vez más excéntricas como “El friki” de TeleMadrid con Iturriaga o “Goles son amores” en Telecinco y con Manolo Escobar luciendo palmito junto a las Cacao Maravillao… Intrascendente, el que dio en el clavo fue el Plus.
Coincidencias de la vida, desde ese momento el Madrid empezó a perder y el Barcelona a ganar, en la última jornada, dependiendo de los demás y sin flor alguna, por supuesto, pero a ganar al fin y al cabo. Y así comenzó todo.
Hay que reconocer el acierto y el talento del formato. Un formato novedoso, moderno, actual, un tipo de televisión algo distinta a la que se acostumbraba en España y que conectaba con los más jóvenes. Un tono de influencia americana en un país inexperto en estas lides, poco acostumbrado a ese tipo de formatos, donde auténticos “don nadies” pasaron a convertirse en referentes tácticos futboleros y divulgadores de prestigio para la gente. Se adoctrinaba distraídamente, infundían sus ideas (en fútbol era “El día después”, en lo cultural y social “Lo + Plus”, por ejemplo), sin que la gente se percatara gracias a una mezcla de ligereza, frivolidad, humor y apariencia de rigor, con una buena realización y un tono dinámico, ameno y simpático, con lo que llegaban fácilmente a la gente, que tenía por fin programas televisivos, especialmente este del Plus, con los que saciar sus necesidades.
El poder de la victoria daba vigencia al mensaje. El único que tenía un estilo, que jugaba “bien” (término que siempre se confunde con jugar “bonito), era el Barcelona, gracias a la posesión, el toque, el dominio del juego, la circulación, con un Guardiola como eje central de todo eso, una digievolución de Luis Milla, que a su facilidad asociativa había sumado verticalidad en su pase perpendicular y más distancia en el desplazamiento. Como nos explicaba sesudamente Valdano.
Primero Valdano con su verbo florido y embriagador, luego Robinson con su verbo chapurreado, más tarde Carrasco con su… con sus cosas. Dos delanteros tanques hablando de las virtudes del juego raso y… Carrasco. Era constante: el toque, el toque, el Barcelona, “que bien juega”, el fútbol, son el “fútbol”, el que mejor juega… aquí empezó todo, y no con Kevin Roldán…
Valdano, en su habitual modestia, se puso a dar futbolecciones durante el Mundial de Estados Unidos al tiempo que su antítesis, Clemente, estaba en el banquillo de la selección. Los padres dormían a sus hijos con la melosa voz de acento argentino del ex jugador del Real Madrid mientras daba sus futbolecciones, para que además fueran aprendiendo las complejidades del juego, creando así, supongo, generaciones de madridistas que ahora parecen pensar que el madridismo, como el fútbol, comenzó hace un par de lustros.
Las televisiones y las tertulias de radio se fueron llenando con el mismo mensaje, que luego vertían a través de “expertos” o ex futbolistas que eran lo opuesto a lo pregonado. El fútbol se abrió, se podían ver cada vez más partidos, con locutores que volvían a insistir en la misma idea y filosofía, que sólo era aplicada con rigor y brillantez por el Barcelona, donde los comentaristas exjugadores madridistas no oponían resistencia formando parte integral del dogma y ese sistema (Michel, Amavisca, Martín Vázquez, Valdano, Helguera…), algo que se extendía año a año, y ya van para 30…
Luego los expertos, los Julio Maldonado de turno, gente algo particular que hacía de su extravagancia virtud, captados de nuevo por Prisa para que entregaran su saber a la humanidad. Muchos datos, hasta de la tercera regional de Uzbekistán, donde destaca un talentoso lateral zurdo; pero ni idea de fútbol, recitando, como todos los demás, el mismo dogma aplicado a los mismos equipos: El Barcelona es juego, toque, posesión; el Madrid pegada, orgullo, furia española; el Barcelona gana si juega bien; el Madrid gana aunque juega mal. Una y otra vez.
Luego, claro, llegaron las tertulias, donde la opinión, remedo de las charlas de bar, lo invadió todo, sin que los anteriores formatos se perdieran, así había más vías para inculcar mensajes. Los “Punto Pelota”, los “Chiringuitos”, la evolución de Estudio Estadio… Y Roures con las retransmisiones de Mediapro…
Es, en realidad, el mismo mensaje que venía lanzando el Barcelonismo desde hacía mucho tiempo, pero que caía en saco roto, ensordecido por los vientos del desierto, pero las victorias y el ampliar altavoces dieron una nueva oportunidad. Ahí teníamos a Núñez hablando de “campeones morales” con ese Barcelona que entregaba todo por ganarnos algún partido de la temporada, mientras miraban siempre hacia arriba, hacia la estela blanca que dejaba ese Real Madrid que nunca jugaba a nada y ganaba por suerte o por los árbitros.
Un Barcelona y un mensaje que posiblemente hubieran pasado sin pena ni gloria sin aquella Copa del Rey ganada in extremis por Cruyff al propio Real Madrid en el 90, que le permitió seguir en el puesto cuando ya estaban sacando los papeles del finiquito, y la proverbial fortuna, arbitral o no, de aquellos años en los decisivos partidos de Tenerife o en los penaltis marrados en el descuento, fortuna que no tenía forma de flor, que ya sabemos son todas de Zidane, pero sí de chupachups.
Ven cómo cambia el discurso incluso en la fortuna. Si viene del Barcelona, sistemáticamente durante tres años, es un aspecto tangencial que no puede manchar la brillantez de su juego. Si es referida al Madrid, el juego no puede ocultar la realidad de que se han ganado títulos con fortuna… Entonces hablamos de flores, jardines y demás clases de botánica en honor a Xavi Hernández.
Ahí, en aquellos años de oportunos goles anulados o penaltis no pitados que dieron títulos con los que el barcelonismo no contaba, engordando su discreto palmarés, empezó a cuajar un mensaje que se repetía extenuante e incansablemente desde los medios de comunicación deportivos.
Como ya dije, ni aquella Quinta, que anticipó el fútbol de toque que luego adjudicarían a Cruyff, tan loada ahora, merecía reconocimiento ni eco poético, ese que los dramaturgos futboleros dedican al “fuRGol”, al balón. El Madrid sólo era prosa, negándonos aquel párrafo de nuestro himno que sostiene que jugamos en verso. El Madrid prosaico, sin mérito, que no merece las pinceladas léxicas de tanto experto juglar, bardo, trovador, rapsoda y literato futbolero… Ni la épica homérica nos era dada.
Y el Madrid se ha sobrepuesto a todo ese entorno, realizando un futbol de otro mundo (esto hasta se le escapó un día a Robinson) con los galácticos (y pregalácticos) o el Madrid de Cristiano, reconocido en todas las publicaciones europeas, pero minimizado aquí, donde el discurso cambiaba poco, sólo se matizaba en función del resultado para devolver las aguas al díscolo cauce, que se empeñaba en contradecirlos, en cuanto tenían ocasión. El Madrid se ha sobrepuesto… con títulos, pero no en el discurso.
El Barcelona sigue siendo, para los de aquí, que curiosamente siguen siendo los mismos poetas de hace 30 años (Valdano, Carrasco, Robinson, Maldini), el guardián de las excelencias fuRGoleras, aunque cambie de estilo y entrenador decenas de veces desde Cruyff (Rexach por dos veces, Robson, Van Gaal por dos veces, Serra Ferrer, Jesús Antonio de la Cruz, Antic, Rijkaard, Guardiola, Vilanova, Roura, Tata Martino, Luis Enrique, Valverde), aunque jueguen al contraataque o pasen partidos sin tirar a puerta y ganando a lo “práctico”… nada de esto importa, el mensaje debe imperar repetido mil veces.
No sé, quizá seamos un poco nuestros, un poco susceptibles, porque, ¿qué son tres décadas de desprecios al fin y al cabo? Se ve que nos falta una buena “mili” o algo… En cualquier caso, yo cogeré mi querido y maltratado mando a distancia y buscaré ese audio, más que nada para conocer un mundo nuevo, que uno, como madridista, es curiosón.
Texto: @MrSambo92
Foto: OK Diario