Opinión | ¿Hasta cuándo?
Foto: FRANCK FIFE/AFP via Getty Images
¡Basta ya! El monstruo de tres cabeza en el que se viene convirtiendo el fútbol desde hace años amenaza con devorarlo todo. A fin de alimentar a la bestia, seguir generando dinero y que la rueda no pare, se están alcanzando unos límites que ya afectan, incluso, a la salud de los futbolistas, actores principales del espectáculo y a los que nos arriesgamos a perder.
El último parón de selecciones ha traído muy malas noticias al Real Madrid. Eduardo Camavinga y Vinicius Junior estarán ausentes durante varias semanas y no podrán volver a calzarse las botas y corretear por el césped hasta que cambiemos de año y llegue 2024. Pero no han sido los únicos: Gavi no jugará con el FC Barcelona hasta la temporada que viene, Mikel Oyarzabal tendrá que esperar un mes para enfundarse la camiseta de la Real Sociedad y el Real Mallorca pierde a su goleador Vedat Muriqi durante varias semanas. Estos son tan solo algunos casos de todos los que han acontecido en este último parón FIFA, que más que virus es una pandemia.
Se exprime a los futbolistas hasta que no queda ni una gota de ellos. Con apenas 18 años, el canario Pedri jugó un total de 73 partidos oficiales en la que era su primera temporada en Primera División. Un jugador que todavía no había alcanzado la madurez física disputó 52 encuentros durante la campaña 2020/2021 con el FC Barcelona, tras lo cual jugó la Eurocopa con la selección española y más tarde se marchó a Japón para hacer lo propio en los Juegos Olímpicos. ¿El resultado de esa temeridad? Un jugador que desde entonces apenas ha podido disfrutar de continuidad y se ha visto acompañado de un buen número de problemas físicos.
Evidentemente, tras lo que ha pasado en los últimos días, todos los ojos están puestos en las selecciones y la conveniencia de que los futbolistas jueguen partidos que en muchos casos son intranscendentes y no hacen sino sumar kilómetros a sus piernas. Sin embargo, esto que está sucediendo no se debe únicamente a esto. Giras de verano a miles de kilómetros de distancia en las que apenas se pone énfasis en la preparación física y donde ya se dan encuentros de máxima exigencia, temporadas cargadas de partidos que el curso que vienen serán aún más con la reestructuración de la Liga de Campeones, aparición de nuevas competiciones como la Nations League o viajes a Arabia a mitad de temporada para disputar la Supercopa de España, son clara muestra de la situación. «Entre el honor y el dinero, lo segundo es lo primero», decía el maestro Azuara.
Frente común
Esto no va de equipos. Ni de colores. Es necesario hacer un frente común y llegar a un entendimiento que permita que esta situación no se perpetúe en el tiempo. Nos estamos comiendo a la gallina de los huevos de oro. Evidentemente, los clubes necesitan cada vez más dinero para pagar las millonarias fichas de los futbolistas. Los jugadores aceptan el riesgo de disputar cada vez más partidos a cambio de mejorar sus salarios y jugar con la selección, además del orgullo de representar a su país, también les da notables réditos económicos debido a las distintas cláusulas de sus contratos. Y mientras tanto, la UEFA y la FIFA hacen competiciones más largas, con cada vez más equipos y un mayor número de partidos para obtener su trozo del pastel.
¿Quién será el encargado de frenar esta rueda infernal?