La previa de @DbenavidesMReal : El Madrid aspira a una hegemonía irrepetible.
Al Real Madrid se le brinda una nueva oportunidad de conquistar un título. Desde las 18:30 los de Pablo Laso se miden al Barcelona de Pesic. En el horizonte la posibilidad de lograr la quinta Copa consecutiva. El registro resulta ciclópeo, inmenso, casi pura utopía. Y más en una temporada en la que se ha sufrido un parte de enfermería exagerado.
La Copa del Rey es un torneo abierto. Poco importa el estado de forma previo. A un partido cualquier equipo es falible. Un mal día y te pueden enviar a casa. Los precedentes de esta competición resultan reveladores. Desde la Copa del Rey de 1988 hasta la del año 2011 transcurrieron 23 años en los que ningún equipo fue capaz de revalidar el trofeo.
Este Real Madrid impone una hegemonía temible. Su dominio nos remonta a los tiempos de blanco y negro, a la década de los 70, cuando nuestro ilustre Vicente Paniagua era capaz de coleccionar 6 Copas del Rey consecutivas. Aproximarse a ese récord en el presente, en una temporada en la que Llull no ha debutado, en la que Ayón acaba de salir de lesión y en la que el equipo ha sido castigado con el calendario demencial de la Euroliga; pues habla a las claras de que contemplamos un equipo moderno pero con madera de histórico.
Un equipo que cada año supera partidos gracias al talento y a la calidad; pero también por coraje y pundonor. El año pasado en cuartos el Morabanc Andorra estuvo a punto de truncar la racha de los de Laso. Este año el Unicaja de Joan Plaza rozó la gesta de apear al equipo blanco. En ambos casos dos argentinos: Nocioni el año pasado y Campazzo este año lo impidieron.
Laso se encarga de desdibujar las jerarquías; de que todos sus jugadores se sientan importantes. Si hay bajas, cualquiera pueda dar un impulso al resto. Su estrategia funciona.
Y en la Copa del Rey Laso tiene su competición fetiche. En 7 temporadas ha disputado 6 finales y en todas el Madrid se proclamó campeón. Para concurrir a esta final el equipo ha contado con un estelar Trey Thompkins. Hace 3 años y medio el Madrid se medía al Niznhy Novgorod en la Euroliga. Asaltaba la pista rusa por 98-101. Trey sobresalía en ese equipo, lanzando más desde 8 metros que desde posiciones más cercanas al aro. Un jugador interior que actuaba lo más lejos posible del aro. Con una estatura y una velocidad de ejecución de sus triples que llevaba a los contrincantes a no poder puntearle.
En el Madrid ha sabido tener paciencia. Quedarse fuera de convocatorias. E ir progresando. Cada vez es más versátil. Su triple sobre la bocina para forzar la prórroga ante el UCAM Murcia y otro a falta de 4 segundos para finalizar la prórroga marcaron el punto de inflexión del equipo este año. Discurría la Jornada 11 de la Liga Endesa.
A partir de ese momento el equipo ha adquirido otra solidez. Thompkins, tanto en semis como en cuartos ha vuelto a ver el aro con facilidad. Su figura puede ocasionar muchos problemas al Barcelona. Oriola es buen defensor, pero no está habituado a jugadores que rehuyan tanto el contacto de su par. Puede ser un gran duelo en la final entre dos jugadores que han sido claves en esta Copa, pese a que sus nombres no son los más reconocidos.
El Barcelona llegaba errático. Casi eliminado de la Euroliga y con un entrenador nuevo. En cuartos una serie de faltas rigurosas en el último minuto les dieron la victoria.
No se les puede subestimar, ni mucho menos. Heurtel está en racha. Oriola y Hanga defienden y rebotean; y Ribas se ha recuperado y está acertado.
La empresa no es fácil. Por suerte, el Madrid cuenta con jugadores habituados a estas lides. Con figuras frías como Thompkins capaz de jugar los últimos segundos con más serenidad que el rival. Llevarse una nueva Copa del Rey ante el eterno rival sería INDESCRIPTIBLE. No va a ser fácil. El Barcelona quiere tumbar a Laso, su auténtica bestia negra. Y se cuenta para ello con Doncic, el jugador con más atrevimiento de ambos equipos. Resulta obligatorio que disfrutemos de su juego, por lo que pueda pasar.