Arbeloa ese eterno capitán por @VictorVikingo_

24 marzo 2016 - 07:17
Arbeloa ese eterno capitán por @VictorVikingo_

‘’Eterno capitán, eterno capitán…eterno capitán, eterno capitán, eterno capitán’’. Eso cantaba la Grada Fans RMCF el 7 de mayo de 2016 tras concluir el último partido en casa de la temporada de la Undécima. Y es que esa consigna guarda una vieja y razonable historia detrás que ha convertido a Álvaro Arbeloa en uno de los jugadores más queridos por la afición del Real Madrid durante los últimos años.

Defender al Madrid por encima de intereses propios e individuales, el Club y el escudo por encima de todo y de todos, el compañerismo y la defensa mutua ante ataques de enemigos aparentemente invencibles, la lealtad antes que las pretensiones personales, la políticamente incorrecto, el ser uno mismo. Esa ha sido la filosofía que ha caracterizado la figura de Álvaro Arbeloa y que le ha otorgado merecidamente el cariño eterno de los aficionados que siguen cada día al conjunto de Chamartín, para quienes el dorsal 17 siempre tendrá a partir de ahora y para siempre un significado distinto para el Bernabéu, vestirlo va a ser una responsabilidad más en el vestuario madridista. Álvaro ha sido vejado, insultado, ninguneado por los enemigos del Madrid, por los que no quieren el bien del Madrid, por los que pretenden dañar la imagen del Madrid. No obstante, a cambio se ha llevado el amor eterno y sincero de su segunda familia durante toda su vida, el madridismo. Y es que pocos futbolistas han sabido representar tan perfectamente el espíritu y lo que significa ser madridista, es por ello que se ganó la nomenclatura de eterno capitán.

Su compañerismo ha sido innegable durante toda su carrera, incluso cuando lo mejor era quedarse callado, cuando salir a defender a un compañero significaba verte salpicado en polémicas generadas por la prensa, cuando salir en defensa del Madrid era prácticamente un suicidio. El acoso infame a Mourinho por parte de la prensa y por muchos jugadores, técnicos y directivos del Barcelona, no fue impedimento para que Álvaro mostrase siempre sin complejo alguno su amistad con el portugués y sobre todo su confianza plena en las ideas de éste, calificado dicho conjunto de ideas popularmente como ‘’mourinhismo’’. Nunca le tembló el pulso a la hora de salir en defensa no sólo del que era su entrenador, sino de multitud de compañeros. En el momento más delicado en la portería del Madrid durante los últimos años, donde la prensa generó un enfrentamiento y un conflicto esperpéntico entre Íker Casillas y Diego López, únicamente porque el entrenador había considerado al segundo por encima del primero, momento en el que la empresa conseguía vender que posicionarse en favor del histórico cancerbero de Móstoles era lo correcto y afable, mientras que estar de acuerdo y respetar la decisión de Mourinho y apoyar a Diego porque también vestía la camiseta blanca era un acto de rebeldía, incluso en ese momento Álvaro mostró su apoyo a su amigo Diego López ante el acoso y la violencia que se emprendía por parte de multitud de medios de comunicación contra en guardameta elegido por Mou. Porque era lo que sentía. Y eso no le ayudó, al contrario, le pasó factura y es un hecho que la prensa jamás le perdonará. También le hemos visto salir en defensa del delantero francés Karim Benzema cuando de nuevo desde los medios de comunicación se trataba al jugador como un delincuente, mancillando su presunción de inocencia. También le salpicó, igual que cuando la prensa (otra vez) atacaba a un Denis Cheryshev que, culpado de la negligencia por parte del cuerpo técnico y por supuesto (aunque nadie lo diga) de los que debían informar al Club desde la RFEF, se sentía ninguneado y humillado ante tal situación. Por ello, Álvaro decidió celebrar la Undécima con una camiseta del 21 que llevó el ruso, a pesar de que éste ya no jugaba en el Real Madrid.
Álvaro Arbeloa supo en cada momento cuándo decir adiós. Y eso es algo muy importante, más de lo que nadie se imagina. Supo que debía salir del Castilla porque en el Madrid no tenía un futuro definido y a priori no contaban con él. Supo también cuándo marcharse por segunda vez del club de su vida, dado que el Madrid ya contaba con dos grandes jugadores en su puesto y él era el que menos contaba en los planes deportivos. Ha sabido también cuándo retirarse. Recuerdo muy pocas despedidas, por no decir ninguna, como la que tuvo Álvaro Arbeloa. Pueden llamarle cono, pueden decir que es un rebelde, pueden querer manchar su imagen alegando que todo lo que hacía era por joder a Casillas, pero, cuando todo un estadio está repleto de camisetas con el número 17, cuando desde el foco de animación del estadio se despliega una inmensa pancarta en forma de camiseta con ese mismo dorsal, cuando 80.000 personas corean tu nombre y te proclaman capitán de honor, cuando toda tu plantilla te hace un pasillo y te mantea, cuando todo tu equipo se queda hasta las tantas después del partido en el Real Café para pasar contigo tus últimos momentos en el Bernabéu como jugador del Madrid, cuando multitud de nombres destacados en el mundo del fútbol te dan las gracias y reconocen tu inmenso trabajo y esfuerzo, cuando sucede todo esto de forma absolutamente espontánea, es síntoma de que has hecho las cosas, no digo bien (que por supuesto también), sino a tu manera, siendo tú mismo, sin dejar de lado jamás tus amistades, tus creencias y tus ideas. Una despedida así sólo se la llevan los que han sido grandes en el terreno de juego, y por supuesto, y esto es un factor trascendental, fuera de él. La personalidad en el fútbol es la que marca tu grandeza dentro de él, la ambición, el sentimiento, el corazón, el error y la rectificación, el acierto y la satisfacción . De no ser así al fútbol sólo jugarían robots.

Y dentro del campo, Álvaro ha ganado todo lo que se podía ganar. Ha ganado Copas de Europa, Liga, Supercopas nacionales y europeas, Mundial de Clubes y de naciones, Eurocopas, Copas del Rey…alguien con un palmarés tan amplio en el que ha sido partícipe y protagonista directo, debe ser siempre tratado con respeto y admiración. Álvaro es un ejemplo. Y lo es en todos los aspectos de la vida, desde mi punto de vista. Futbolistas como él son los que hacen que el fútbol merezca la pena. Álvaro, ahora te toca participar de nuevo activamente en tu casa, con nosotros, tu familia madridista, y nunca dejes de ser tú mismo. Tu legado continúa, y no cabe duda de que ha sido él el que te ha convertido en el eterno capitán del Bernabéu. Gracias, Arbeloa.

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