Crónica Real | El Real Madrid conquista Nápoles (2-3)
Los goles de Vinicius, Bellingham y Valverde, sirven para remontar y vencer al Nápoles. Los italianos pelearon el partido hasta el final. El empate llegó tras un penalti de Nacho revisado por el VAR, pero Valverde decantó la balanza con un misil.
El Real Madrid rendía visita al Diego Armando Maradona, el San Paolo de toda la vida, el del barrio de Fuorigrotta, el de Nápoles. Escenario grande para una gran noche de Champions a los pies del Vesubio. El 14 veces campeón de Europa llegaba a la casa del actual campeón de Italia.
Un Madrid que llegaba recuperado de sobra de la derrota en el derbi. Con la goleada en Girona apagó el fuego de la insurrección del equipo de Míchel, y así, se plantaban los de Ancelotti en Nápoles para sofocar la rebelión partenopea. Jugó Nacho, sancionado con tres partidos en LaLiga, y también Camavinga en el costado zurdo, como ya hiciera en Montilivi.
La alineación del Real Madrid contra el Nápoles fue la siguiente: Kepa Arrizabalaga; Carvajal, Rüdiger, Nacho, Camavinga; Tchouaméni, Kroos, Valverde; Bellingham; Vinicius y Rodrygo.
El antiguo San Paolo era el rugido de un tiranosaurio. Y el Nápoles, contagiado de su bullicioso público, trataba de encoger al Real Madrid. Sobrevivieron los blancos, vestidos de negro al arranque local. E incluso debieron haberse adelantado en el marcador a las primeras de cambio. Lo impidió la torpeza de Rodrygo, que definió con un tiro blando, centrado y al muñeco una asistencia de Bellingham. Anda negado el brasileño.
Siguió apretando el Real Madrid ante un Nápoles que era un manojo de nervios atrás. Bellingham primero y Tchouaméni después llevaron el cántaro a la fuente de Meret. Los locales trataron de sacudirse los sustos pero Rüdiger vigilaba con atención al imponente Osimhen. El Madrid, superado el apretón local de inicio, manejaba el partido con la maestría de Kroos desde el medio.
Pero el Real Madrid decidió pegarse un tiro en el pie. La cantada fue de Kepa, que sale tan poco de su portería que cuando sale, canta. Su despeje de puños interruptus provocó una cascada de infortunios. El primer remate golpeó en el larguero y el rechace lo ganó Ostigard, que impuso su corpachón en el salto a Carvajal. El Nápoles se ponía por delante y el Diego Armando Maradona amenazaba con colapsar de felicidad.
Lo despertó Bellingham, siempre atento. Robó la pelota a un mal pase del Di Lorenzo, asistió a Vinicius, que se internó por el lateral del área, levantó la mirada y la puso tocadita al palo largo de Meret. El equipo de Ancelotti igualaba el duelo.
Recuperó la pelota el Madrid y con el balón las ocasiones. Volvió a tenerla Vinicius al filo de la media hora, pero su disparo esta vez se fue al cielo de Nápoles. Entonces volvió a aparecer Bellingham, esta vez para travestirse de Maradona y de Zidane al mismo tiempo. Recogió la pelota en el centro del campo, ahí en tierra de nadie, y con la pelota pegada a la diestra como si tuviera un chicle y una zancada de pura sangre, recorrió latifundios de césped, se plantó dentro del área y clavó el 1-2. Un golazo que silenció el bullicioso estadio del Nápoles.
Tras el descanso, volvió a dormir el partido el Real Madrid, que trataba de defenderse con la pelota de las acometidas del Nápoles. Las capitaneaba el voluntarioso Osimhen, más peligroso con la cabeza que con los pies pero siempre dispuesto a dejarse ver. Lo hizo en una jugada en el 50 que abortó Nacho en el área. El VAR revisó una posible mano del central madridista y mandó al colegiado al monitor.
La pelota le había rebotado en el pie y le dio en la mano, así que el colegiado, con la expectación de todo el estadio mediante, pitó un penalti que cuando menos era discutible. La pena máxima la ejecutó Zielinski y marcó tras tocar en el palo. Pues nada, al Real Madrid le tocaba volver a remar. Apretó el Nápoles comandado por Kvaratskhelia, desaparecido hasta entonces, pero que se echó a su equipo a la espalda.
Reaccionó Ancelotti con dos cambios de golpe: Mendy por el amonestado Camavinga y Modric por Kroos. El Real Madrid necesitaba volver a crecer en torno a la pelota para recuperar el mando del partido. Vinicius hacía la guerra por su cuenta y Rodrygo y Valverde pasaban inadvertidos. A los blancos se les escapaba el partido aunque aún quedaba tiempo por delante. Carletto puso a calentar a Joselu para jugar con 4-2-3-1 y tratar de explotar la velocidad de Vinicius por la izquierda.
En el 73 la tuvo Bellingham en su cabeza, pero el inglés echó fuera un remate fácil tras el rechace de Meret a un disparo de Vinicius. Fue justo entonces cuando entró Joselu. Volvía a apretar el Real Madrid ante un Nápoles que replegaba tratando de cuidar el punto como si fuera el arca perdida.
No contaban los locales con que Fede Valverde enganchara un misil desde casi 30 metros que se envenenó tras tocar en Olivera e impactó primero en el travesaño y después en la espalda de Meret. El final del gol afeó lo que fue un disparo tremendo. Lo marcara Valverde o el portero del Nápoles el 2-3 a favor del Real Madrid subió al marcador del Diego Armando Maradona.
Al Real Madrid le tocó sufrir lo suyo en las postrimerías del duelo, pero Rüdiger sostuvo a su equipo cuando arreciaban los arreones del Nápoles. El alemán, aunque excéntrico, se crece en estos partidos. Igual que el catorce veces campeón de Europa, que se llevó de Nápoles tres puntos tan sufridos como valiosos que ponen cuesta abajo su clasificación para octavos de su competición, la Champions.
Foto: ALBERTO PIZZOLI/AFP vía Getty Images