El Rincón de Apple Tree | Días oscuros para los blancos
Desde que se perdió la Copa del Rey, cumpliendo todos los pronósticos, este Madrid está tratando de volver a encontrar su juego y reconciliarse con la victoria. Parecía imposible hace no tanto, pero ahora, ganar un partido, se celebra como si estuviéramos en playoff.
Este Madrid es muy distinto al típico Madrid de Laso al que nos hemos acostumbrado durante esta década de triunfos. Juego vistoso y rápido desde la línea exterior, favorecido por grandes bases que o se creaban la jugada para ellos, o se la cedían a un tiro liberado de un compañero. Este Madrid, ahora mismo, ha perdido esa frescura y ha encontrado su refugio en una defensa sólida y en el músculo e intensidad de sus jugadores. Si antes se podía sobrevivir sin una defensa excelente, bebiendo de cascadas de puntos de nuestro perímetro, ahora es algo obligado para competir, al menos contra equipos top (y no tan top) de Europa. Y cuando no entran los tiros (aunque sean liberados) se pierde y se baten récords de baja anotación.
Los partidos post-copa fueron un auténtico dolor para el aficionado blanco: Zalgiris, Baskonia y Crevena Zvezda, fueron un castigo para los ojos madridistas. El equipo era un zombie que caminaba sin rumbo por el parqué y cada ataque era un martirio como comer clavos, según el amigo Óscar Antón. De rozar el primer título de la temporada, a escaparse por detalles y penar como un espectro por las canchas de Europa. La confianza perdida y estado de ánimo por los suelos, eran las principales características en un equipo desorientado y fuera de dinámica de competición.
El reto de Laso era (es) mayúsculo. Sacar al equipo de este bache para volver a competir, es el primer paso en la recuperación. Lograr un título de los tres grandes en esta temporada, se antoja una epopeya y la presión que generan las continuas derrotas, hunden más las esperanzas del equipo y minan la moral de jugadores tocados en su confianza y con el crédito en números rojos.
Tras el “zombie walking”, vino una de cal (Milan) con explosión de Llull esperanzadora, pero a los pocos, días llegó un cargamento de arena (Manresa), con un equipo maniatado en la tela de araña de la defensa de Pedro Martínez. Otra vez, más dudas. Y con ellas había que viajar a dos de las salidas más difíciles en Euroliga en todo el campeonato: Estambul contra Efes y Tel Aviv contra Maccabi. Los más optimistas del lugar se daban con un canto en los dientes por ganar uno de ellos y con mostrar mejorías en el juego. Con poca esperanza, eso sí.
Pero este Madrid nuestro, es capaz de sorprender a los más expertos del lugar, ya sean optimistas (ahora muy pocos), o pesimistas (los hay siempre y ahora surgen más). El desempeño del equipo en ambos partidos tiene bastante similitud, así como el desarrollo de los mismos. Los desenlaces fueron preocupantemente parecidos, provocados por situaciones inexplicablemente semejantes.
En ambos partidos el Madrid jugó los tres primeros cuartos de manera consistente y lideró el marcador durante buena parte (si no toda ella) del mismo. El balón circulaba con cierta claridad en ataque. Los tiros liberados, construidos tras jugada, entraban con regularidad y hasta Nigel Williams-Goss parecía recuperar esa confianza que había perdido en la Copa. Éste no era el Madrid que estábamos acostumbrados a ver y se estaba compitiendo con seriedad y jugando bien ante rivales complicados, como hacía semanas que no veíamos. Todo eran señales de mejoría y la luz que se veía al final no parecía la de un coche que entraba en el túnel.
Pero no era un coche, era un camión. Se perdió en ambos partidos tirando una ventaja de una decena de puntos aproximadamente. En dos días pasábamos, de presentar una mejoría en el juego notable, a tirar por la borda ventajas en el período final. Y el caso es que no todo eran malas jugadas, sino errores en tiros que se habían trabajado bien. Hubo pérdidas, malos ataques y decisiones arbitrales cuestionables, sí. Pero ambos partidos se podrían haber ganado si alguno de los tiros claros del último cuarto, hubieran ido dentro. Y ahí es donde creo está el cambio radical con el Real Madrid que estábamos acostumbrados hasta ahora. Este equipo se ha caracterizado por remontadas importantes cuando parecían imposibles en partidos que había llegado a sestear. Incluso este año, en Mónaco y contra Milán, cuando todo parecía perdido, se acabó ganando. Tanto en Estambul como Te Aviv, cuando todo apuntaba a victoria tras un juego solvente, nos pegamos un tiro en el pie en cada partido.
El juego parece ir recuperándose poco a poco. Para ello, el nivel de jugadores clave, como Deck y Yabusele es fundamental pues son los pilares de este proyecto. En el perímetro es fundamental la vuelta de Causeur y que Rudy llegue sano a los partidos clave. En la dirección ya sabemos que tenemos un hueco importante, y jugarnos la carta de Heurtel es siempre una moneda al aire, que puede caer cara y tornarse cruz, incluso en el mismo partido, para desquicie del entrenador. Laso tendrá que hilar muy fino con la dirección si no disponemos más que del galo como director en forma. Otra cosa es que sea fiable.
Con esta situación actual, el camino que tiene este equipo hasta el final de temporada es harto complicado. Toda valoración se realizará con el baremo de lo conseguido por el Barcelona, que parece que apunta a campeón de todo. Ahora mismo un peldaño (o dos, según los días) por encima de los demás, tanto en España como Europa. La eliminación de los rusos en Euroliga ha aclarado más el camino del actual favorito y el único argumento para la no consecución del título blaugrana, es el consabido “a un partido, puede pasar cualquier cosa”.
Tras todo lo dicho previamente, un título (ACB o Euroliga) blanco, se antoja como conseguir que dos hobbits lleguen a Mordor a destruir el Anillo Único. La cara de Frodo cuando se ofrece a llevarlo, podría ser la de Deck, que no sabe ni donde queda la tierra de Sauron. Este Barcelona domina con puño de hierro ambas competiciones y sólo la fe de una compañía de hobbits, hombres, enanos y elfos puede truncar los planes del Señor Oscuro. La compañía, y un mago al que muchos dieron por muerto tras caer ante el Balrog en 2014 y volvió del abismo para guiar acertadamente a su equipo y como dijo en una ocasión: “For even the very wise cannot see all ends.”. A eso nos agarramos los blancos, a que quede algo de magia en el sombrero picudo y bastón multiusos de nuestro Gandalf el Blanco… y a que los orcos se cansen de aguantar gritos de Sauron.
* “Pues incluso los más sabios no pueden predecir todos los finales”
Foto: Real Madrid