Opinión | Rodrygo, tu momento ha llegado
El momento de Rodrygo parece estar llegando.
El joven jugador brasileño afronta su tercera temporada en el Real Madrid. Cuando aterrizó en la capital, su compatriota Vinicius venía de hacer una gran temporada, lo que suponía, por las similitudes de su fichaje, un listón alto en las expectativas.
Durante ese primer verano se especuló con una posible cesión. Pero algo tenía claro Rodrygo y es que él había nacido para jugar en el Real Madrid y lo quería hacer ya. Así despejó las dudas durante la pretemporada. Para el recuerdo ya queda la risa de Süle previa al golazo de falta frente al Bayern. Imposible estrenarse mejor.
Y es que Rodrygo tiene algo. Tiene gol y un aura que desprende aroma a estrella. Tanto es así, que a los pocos segundos de debutar en el Bernabéu ya había hecho su primer gol. Tanto es así, que en su segundo partido en Champions se convirtió en el jugador más joven en lograr un hat trick perfecto en toda la historia de la competición.
Más allá de estos momentos estelares a los que Rodrygo nos tiene acostumbrados, no ha logrado obtener un puesto fijo entre los titulares. Ha entrado y salido del equipo, combinando periodos de mucho protagonismo con otros donde ha jugado un papel secundario.
Esto ha sido una constante en estos dos años, que ha seguido siendo así en el inicio de esta temporada. Ancelotti apostó por la experiencia de Bale y Hazard. Debido a las lesiones de ambos, Vinicius logró hacerse un hueco como titular indiscutible en la banda izquierda gracias a sus grandes actuaciones. En la banda derecha Ancelotti ha ido probando diferentes alternativas, incluso ha renunciado al extremo derecho para jugar un 4-4-2.
En esta tesitura, Rodrygo ha tenido papeles importantes desde el banquillo. No sólo directamente, como con ese gran gol frente al Inter de Milán, también con una clara influencia en el juego. El brasileño es ese jugador al que Ancelotti acude para cambiar el ritmo del juego, ese as en la manga que aporta algo diferente al equipo.
Rodrygo aporta velocidad, trabajo, potencia, desborde y gol. Tiene un don para encontrar espacios en el área desde la banda para perforar la meta rival.
Pero hay algo más, tiene un romance especial con la Champions League. Con el de ayer ya son 7 los goles del joven brasileño en la competición europea. Tiene uno de los mejores promedios anotadores del torneo y prácticamente cada vez que tira es para hacer gol. Un romance muy acorde a la historia del Real Madrid, que le va como anillo al dedo y nunca mejor dicho.
De esto ha dado buena cuenta Ancelotti y en un partido importante como frente al Shakhtar, el italiano se decidió a dar la titularidad al brasileño. La joya blanca no decepcionó.
Consiguió hacer un partidazo. Arriba ofreció alternativas y velocidad en las contras y en fase defensiva se mostró solidario como siempre suele hacerlo. Mostró una sinergia especialmente buena con Benzema, quién no dejó de hablar con Rodrygo en todo el partido. Todo esto lo culminó con un golazo soberbio confirmando la conexión con su amigo y compatriota Vinicius. El Madrid a ritmo de samba.
Así pues, parece que Rodrygo empieza a tirar la puerta abajo. Gana la batalla en la competencia voraz que tiene el Real Madrid en esa posición y presenta su firme candidatura a ocupar el extremo derecho en ese 4-3-3 que Ancelotti tiene tan claro.
Puede que estemos ante el inicio de otra explosión de una de las apuestas más fuertes del club en cuanto a talento joven. El tercer rayo, como le conocían en el Santos poniéndole al nivel de Pelé y Neymar, parece que quiere electrificar la banda derecha del Bernabéu.
Tiene todas las condiciones para triunfar, solo necesita esa confianza extra que le dé alas para ser aún más determinante. Que mejor que comenzar teniendo un papel fundamental en el clásico.
Algo es claro, Rodrygo es tan madridista que nunca ha dudado de triunfar en el Madrid. Ha trabajado en silencio y con respeto incluso cuando las cosas no salían. Ahora puede que el tercer rayo tenga la oportunidad definitiva de caer en el Real Madrid.
Foto: Real Madrid