La Ciudad de las Estrellas | El Madrid, con la cabeza de pie
Pronunció Marcelo una frase al acabar el partido que no podría explicarlo mejor: “Lo importante es que salimos con la cabeza de pie”. Con la cabeza de pie lleva el Madrid toda la temporada. Con una fase de grupos de Champions llena de sobresaltos, a tropecientos puntos del líder en Liga y eliminados en Copa a las primeras de cambio. Siempre que la temporada ha estado a punto de terminar, aún caía un trueno del cielo para salvarla una vez más (casi literal viendo lo de Valdebebas últimamente).
Ayer el trueno fue uno que ha sonado varias veces estos últimos años, Karim Benzema. Bajó un balón incontrolable y lo convirtió en obra de arte. Conozco a pocos jugadores a los que le sienta tan bien aquello que dice “soy lucha, soy belleza”. Dijo alguna vez que él jugaba para la gente que sabe de fútbol, pero en mi opinión juega para la gente que jamás ha visto ni un solo partido, pues bastan 20 minutos viéndole jugar para enamorarse de este deporte.
Andaba el otro día en el tren mientras hablaba por WhatsApp con mi madre. Es uno de mis pasatiempos favoritos: escribirle a mi madre lo que normalmente iría corriendo a contarle. Le dije que, si llegábamos a la final, el 29 de mayo me tenían en casa. Todas las he visto con mi padre y no me imagino presenciar un evento así lejos de él. La pandemia me ha robado muchas cosas, pero lo que no me va a robar es una final de Copa de Europa del Real Madrid junto a mi padre. No me da miedo estar solo si la pierde, pero lo que no quiero es guardarme mi euforia para mí en el caso de que la gane.
Ayer, el equipo de Baloncesto remontó a un equipazo con un parcial de 16-0 en el último cuarto alargando la opción de Final Four unos días más. Para mí el Madrid es eso, más que cualquier otra cosa. Decía Javier Aznar, en el podcast de Coco Dávez (la mejor dupla de la actualidad por delante de la que forman Harry Kane y Son), que él de Santander no echaba tanto de menos el mar, como el saber que lo tiene delante. Me pasa lo mismo con la Copa de Europa. Yo al Madrid solo le pido que sobreviva, que me siga dando la posibilidad de. Ante el Chelsea lo consiguió, llevando la eliminatoria a Stamford Bridge. Optó Zidane por un partido de bajo ritmo, que es lo que en mi opinión tiene más sentido jugando en casa, porque te duele más un gol en contra de lo que te alegra un gol a favor. Cosa que ocurre también en la vida, donde uno guarda las formas en casa y se desfasa cuando se va de viaje, porque no tiene una reputación que perder.
En Italia para desear suerte te mandan a la boca del lobo, “in boca al luppo” (peor son los alemanes, que te desean que te partas el cuello y las piernas), y ahora que tenemos a los aficionados de la Juve de nuestra parte (lideran el club de fans anti-Ceferin), me ha parecido adecuado rescatar esa expresión. Porque hacia ahí se dirige el Madrid, a un partido que es un todo o nada, un abismo sobre el que este equipo se ha balanceado tantas veces. Con mil y una lesiones (y con mesas electorales), envueltos en la batalla de la Superliga y con varios jugadores más fuera que dentro del club.
Podemos sentirnos dichosos, porque si nos dicen hace un par de meses lo que daríamos por jugar otra final de Champions, seguramente habríamos optado por matar un dragón, cortarnos un dedo o sacrificar a un familiar lejano. Nunca habríamos imaginado que sería mucho más sencillo que eso, que de otra final solo nos separa algo muy sencillo que en el fútbol suele darse con cierta frecuencia: un empate a 2.
Texto: @apuntesflaneur
Foto: Real Madrid