Sentimiento Real | Esta alegría orgásmica
Veníamos de la depresión del miércoles. El partido ante el City nos dejó hundidos, temiéndonos lo peor contra el Barcelona. Pasaban los días y no levantábamos cabeza. Inevitablemente llegó el domingo. Te levantas y dices «es hoy». Conforme van pasando las horas se va renovando la ilusión. ¡Que somos el Madrid, joder! Los rituales de cada uno, los nervios por todo el cuerpo, el corazón latiendo a la velocidad de la luz y que empiece el partido y sea lo que tenga que ser.
Y lo que pasó fue que ganamos, que Vinícius los volvió locos y Mariano los remató. Lo que pasó fue que Casemiro los maniató, que Courtois fue un muro y hasta Marcelo le ganó una carrera a Messi sacándole un balón que era el partido y su resurrección. Lo que pasó fue que Karim lo tenía todo bajo control y Valverde se engrasó las piernas y los pulmones. Lo que pasó fue que ganamos, que nos pusimos líderes, que el Bernabéu estalló y Cristiano Ronaldo lo vio.
Y qué noche se queda, ¿eh? Es un poco como volver a nacer. Se despoja una de los nervios, pero no de la tensión acumulada. Es imposible deshacerse de ella en un corto periodo de tiempo. Al menos a mí me dura un par de horas. Soy capaz de ir abrazando muy fuerte a todo el que me voy encontrando con una camiseta del Madrid, aunque no lo conozca de nada. Da igual, lleva el mismo escudo que yo en el pecho, somos familia de alguna manera. Esta felicidad no se explica. O la sientes o no hay nada que hacer. O lo vives, lo sufres, lo padeces y lo disfrutas o no puedo ofrecerte a cambio palabras que te acerquen a lo que me está pasando. Puedo mirar a un madridista a los ojos y, sin decir nada, saber lo que está sintiendo. Exactamente lo mismo que yo. Y no podemos hacérselo saber a nadie que no sea uno de los nuestros.
Esta felicidad tan efímera, esta alegría tan orgásmica es lo que una siempre espera del Real Madrid, pero no siempre se da. Al fin y al cabo se trata de un deporte y la posibilidad de perder está siempre ahí. Veníamos de donde veníamos, de la depresión del miércoles, y ganarle al Barcelona para ponernos líderes ha sido como tocar el cielo con las manos, un ratito solo, que no hemos ganado nada, pero al menos hasta el próximo domingo vamos a seguir en las nubes.
El día siguiente es casi mejor todavía. Una duerme a pierna suelta después de, ya sí, haberse liberado de toda la tensión. No hay pesadillas como el miércoles, sino el mejor despertar. El de saberte líder después de ganarle al Barcelona. Y se va una a la calle con la superioridad del madridista, porque no vamos a engañar a nadie, somos superiores a cualquiera y a quien se atreva a decir lo contrario le tiramos las trece Copas de Europa a la cara. Como quien sale de caza, busco culés con la mirada a los que acercarle el escudo de mi camiseta y, por supuesto, madridistas con los que sabernos cómplices y vernos en los ojos reflejada tanta felicidad. Ojalá fuera siempre así. Al menos, hasta final de temporada. Lo del Clásico voy a saborearlo a sorbitos hasta que empiece el partido en el Villamarín.
Texto: @7Sempiterno7
Foto: David Ramos/Getty Images