#PantallaBlanca | Hay que quererlos

#PantallaBlanca | Hay que quererlos

Qué gozada, ¿verdad, madridistas? Lo hemos vuelto a lograr, hemos vuelto a romper la historia, la hemos cargado sobre los hombros e izado aún más alto, lejos del alcance de los demás. Tres seguidas. Cuatro de cinco. Sin parangón… Perdón, sí hay uno, en los 50 y 60, del propio Real Madrid, con cinco seguidas.

Gozo extremo al que se suma, desde hace unos años, un placer culpable, el del escozor anti. Siempre me dieron igual, pero con la proliferación de los medios de comunicación y redes sociales, su patética prepotencia cada vez que se envalentonaban ligeramente, ha provocado que también uno sienta mucho placer con estos momentos de escozor insoportable que les produce.

Hemos ganado haciendo historia, convirtiendo al equipo actual en uno de leyenda dentro del club más legendario, al que ya sólo le aguanta la mirada el liderado por Di Stéfano, Puskas, Gento y compañía, que sigue siendo el mejor que ha visto la historia.

Sí, hemos logrado eso, pero no escucharán en este país, y subrayo, en este país, babeos sobre el estilo. No, no harán reflexiones sobre el “modelo”, ese que decían no existía cuando vencían los culés para atizarnos aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid…

Igual que se utilizó una buena camada de canteranos para vender modelos, podría estar utilizándose la excepcional planificación blanca que mezcla también canteranos (numerosos los que han participado en estos logros como Lucas Vázquez, Nacho, Carvajal, Morata…), grandes jugadores españoles (abrumadora mayoría en algunas de las finales), fichajes jóvenes a un precio excepcional (Casemiro, Varane, Kovacic, Asensio, Marcelo en su día, Vallejo, Isco, Ceballos…), y grandes estrellas que han ofrecido un rendimiento excelso… Que se hayan mantenido proyectos a largo plazo sin hacer dispendios 10 millones netos en gastos en estos tres años)…

Marco Asensio | Foto: Realmadrid.com

No oirán que aprovechen nuestras vacas gordas para hacer un aquelarre contra otro equipo, desde los medios y desde nuestro club, como nosotros sufrimos en su día. No hablarán de carteras, de que algunos se han gastado 400 millones viendo como ganamos tres Champions seguidas; de que la cantera se acabó y los jugadores españoles escasean en la selección. De hecho, no han oído hablar de inconveniencias para la Selección por los desbarres sistemáticos de Piqué, los comportamientos macarras de los culés en los clásicos (fingimientos, provocaciones, que son un clásico, entradas criminales, agarrones de cuellos, presiones al árbitro…). No, de esas cosas ahora no toca hablar, no toca aprovecharlas para fustigar a nadie.

Tampoco oirán hablar del mérito de cargarse a todos los campeones de las principales ligas europeas para dar mayor valor a la gesta, pero sí escucharon durante estos años hablar de bolas calientes. Así cómo dio igual quién tocara cuando algunos le ganaban una Copa de Europa a la Sampdoria…

No, no oirán que se aprovechen los éxitos del Madrid para atizar la política de cantera o de fichajes de los culés, ni recalcar que no pasan de cuartos desde hace demasiado tiempo, no oirán hablar de dispendios económicos, de la cultura del pelotazo, de la falta de sensibilidad con los más necesitados haciendo desembolsos abusivos a políticos u obispos.

Por no escuchar, no oirán siquiera hablar de la flor de Valverde, conquistando una liga de juego paupérrimo con una sola derrota…

No ha habido reportajes laudatorios constantes para un entrenador innovador, que hizo de las rotaciones su razón de ser, gestionando un grupo amplio de grandes estrellas en perfecta comunión con canteranos y jugadores jóvenes. Ni por su regulación de esfuerzos y planificación “in crescendo” en el aspecto físico. Ni por su capacidad para utilizar distintas modalidades de juego en un mismo partido, ni porque le pasara la mano por la cara a Guardiola, Ancelotti, Klopp y todos los grandes entrenadores de Europa y España…

No, a esto no le dedicarán tiempo. Normal, pudiendo dedicárselo, como se lo han dedicado, a “su flor”…

Pudiendo hablar de algo histórico, nuestro antimadridista entorno mediático, para incluir a esa segunda afición más numerosa en España, prefiere regodearse en la anécdota, algo impensable si se tratara de otro equipo.

¡Cómo no recordar esas loas a Simeone, que hasta se llevó aplausos en su derrota ante el Madrid de la Décima a pesar de no haber pegado un tiro a puerta y enfrentándose al señorial Ancelotti! ¡O a Guardiola, al que aún hoy muchos siguen elevando a los altares derrota tras derrota!

Cómo no recordar la ausencia de críticas a ese equipo que siempre tenía algo de lo que quejarse: un acierto arbitral; la altura, el olor o sabor del césped; la temperatura y humedad del ambiente; el sentido del viento; el vacío de la existencia… Mientras escatimaban toda consideración a un entrenador que jamás puso un pero a nada…

No habrán oído una colección de elogios al paso de estos vikingos que rememoraban tiempos lejanos, arrasando todo a su paso por Europa, habrán escuchado más bien desplantes, quejas arbitrales surrealistas, apelaciones a la suerte o a los robos… nada que ver con la vaselina y la lubricación genital exhibida ante victorias en competiciones europeas meritorias, pero de segunda, o logros consumados por otros que ahora languidecen y quedan lejos de esta nueva gesta sin parangón.

No escucharán hablar de los mejores jugadores de la historia, como hacen con todo aquel que destaca en otros equipos, contenedores de galaxias y pura esencia destilada de estilos….

Elogios casi lascivos a un equipo que conquistó tres Champions en seis años, por debajo de aquel equipo galáctico y pre-galáctico que conquistó tres en cinco y sólo se llevaba los merecidos reconocimientos por su juego lejos de aquí…

En estas se marchó el jueves nuestro legendario entrenador, elegante como siempre. Nada bueno parecía tener, viendo la desolación general que ha provocado en el madridismo, que se sentía a salvo, a gusto bajo su batuta (salvo los “expertos” más listos que él, por supuesto), pero en realidad sí puede que haya algo positivo. Ahora se comienzan a escuchar elogios a su persona, parece que aquellos que le llamaban “alineador” le han subido de división considerándolo entrenador imprescindible.

Y es que no hay nada como salir del Madrid para que te valoren los que quieren lo peor para el club, aquellos que llamaban pelele a Heynckes, por ejemplo, cuando estaba por aquí, y luego lo convirtieron en un genio de los banquillos una vez se fue a ganar Champions a Alemania.

Sí, algo bueno tiene. Ahora Zidane será reconocido por algunos en este país, ya que fuera de este español universo acomplejado, lo está hace dos años y medio.

Zidane, manteado por sus jugadores | Foto: MARCA

Hay que quererlos, ciertamente, porque, aunque costó, muchos ya no los toman en serio, sólo gozan de ese escozor y los miran/miramos con cómico gesto, regocijándonos en argumentos para dejarlos en ridículo, viendo cómo dan desesperadas vueltas intentando cogerse su propio rabo, como un perrete despistado.

El madridismo está en paz, por muchas incertidumbres que vengan, porque ha recibido con creces lo que siempre anhela: hacer historia, ganar, superarse… El madridismo tiene la cabeza alta y el pecho firme, más contundente y fuerte que nunca, como un bastión ante los océanos de bilis, como un ariete ante la envidia y el odio.

Gracias, chicos. Gracias, Florentino. Gracias, Zidane. Hala Madrid.

Texto: @MrSambo92

Foto de portada: Realmadrid.com

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