La Primera Pizarra de Lolo (I): el cruce de cables de Ferrándiz

3 diciembre 2018 - 11:17
La Primera Pizarra de Lolo (I): el cruce de cables de Ferrándiz

A lo largo de la historia del Real Madrid, ilustres figuras del baloncesto le han dado brillo a las vitrinas del club blanco a base de esfuerzo, talento, dedicación y también algo de astucia. En este especial que dividiremos en tres entregas, el historiador Javier Márquez Novales nos descubre uno de los momentos más importantes de la historia de la sección: el debut de Lolo Sáinz como técnico del Real Madrid. Lean y disfruten.

 

“El éxito es donde la preparación y la oportunidad se encuentran”

Bobby Unser

 

Es bien sabido que Manuel Sáinz Márquez nacido en Tetuán un lejano ya 28 de agosto de 1940 ha sido, junto a su maestro y mentor Pedro Ferrándiz González, uno de los dos más longevos y exitosos entrenadores de la historia del Real Madrid, sin obviar su también fructífera etapa como jugador y la algo más breve en los despachos.

Siendo un digno sucesor y heredero del legado de su antecesor, Manuel, más conocido como “Lolo”, dirigió los designios del equipo blanco desde 1975 hasta 1989.

Pero como todo en esta vida tiene un principio, en esta tesitura, y echando mano del fácil recurso de hacer las cuentas de la vieja, se diría que su debut como entrenador del Real Madrid habría tenido lugar en el primer partido de pretemporada del curso 75-76 en donde se hizo cargo de manera oficial de los designios del equipo. Dicho encuentro tuvo lugar el 4 de septiembre de 1975 en Santiago de Compostela en el transcurso de la semifinal del Torneo que tuvo lugar en la capital de Galicia con motivo de la inauguración del Pabellón deportivo del CAB Obradoiro y en dónde el Real Madrid venció al equipo local por un contundente 97-41. Dos días más tarde el equipo se vio las caras con la Universidad de Florida en la final del Torneo. Otro contundente marcador, en esta ocasión 114-56, sirvió para que Sáinz conquistara su primer título como entrenador jefe del equipo blanco.

Santiago de Compostela, 06-09-75 | Luyk levantando el primer trofeo que ganó Lolo en su etapa oficial como primer entrenador

Este torneo supuso la colocación de la primera piedra a un palmarés envidiable y difícil de igualar, si no lo hace Pablo Laso en la actual y exitosa etapa que estamos viviendo, que buen camino lleva para ello por cierto. Para lograrlo, aparte de los habituales Brabender, Vicente Ramos, Cristóbal Rodríguez, Cabrera, Paniagua, Luis Mari Prada, Walter, Corbalán, Rullán y Luyk , el nuevo coach dispuso para la ocasión del flamante fichaje norteamericano John Coughran proveniente del Ymca madrileño y que solo disputaría Copa de Europa, Torneo de Navidad así como amistosos y torneos no oficiales, y del alero donostiarra Julio Jiménez, integrante del equipo junior y del que en esa temporada se echó mano cuando la ocasión lo requería para completar convocatorias junto a su compañero José Luis Logroño, que para los amantes de los detalles de color “couché”, decir que era primo de Vicente Paniagua. Así pues, podemos afirmar con un solemne grado de “oficialidad” que John y Julio fueron los dos primeros jugadores a los que hizo debutar Lolo Sáinz en su etapa de entrenador blanco ya que ambos tuvieron minutos en el transcurso del torneo del Obradoiro.

Si las cuentas de la vieja, como hablábamos anteriormente, hubieran sido correctas, esta historia no daría más de sí. Pero desgraciadamente para ella, a la vieja dama de la obviedad me refiero, en esta ocasión no fue así. Y ahora me permitirán un pequeño y didáctico “ataque de historiador”. A veces en términos de historiación es un poco, digamos que osado, dar por supuestas cosas que la lógica nos invita a la comodidad de aceptar y es siempre mejor y conveniente echar mano de las hemerotecas, bucear en ellas y comprobar los datos para no caer en el error “sistemático” de repetir errores y datos que no son ciertos, como pasa en más veces de lo deseable y quedan incrustados a fuego en la historia de forma errónea.

Dicho esto y en este punto en donde nos encontramos, hay que convenir que Lolo debutó algunas temporadas antes como primer entrenador, de una forma digamos que accidental, por mor de una cruzada de cables de Don Pedro Ferrándiz.

El 12 de diciembre de 1971 se jugaba en el pabellón de la Plana de Badalona el partido de Liga Nacional correspondiente a la 11ª jornada, entre el Juventud y el Real Madrid. En aquellos tiempos el equipo costeño, como solían denominarlo los “plumillas” de la época, era junto al Real Madrid, el equipo más potente de España. Ganar uno o los dos de esos dos partidos que disputaban en la liga significaba medio billete al título, salvo que cometieran algún tropiezo inesperado en alguna otra cancha. Huelga decir que, consecuentemente, sus encuentros se disputaban a cara de perro y en ellos había una tensión y una pasión desorbitada, que en algún momento incluso rozaba lo permisivo. Episodios desagradables, especialmente en Badalona, ha habido alguno que otro, pero nos vamos a centrar en el que hoy nos ocupa.

El Real Madrid posando tras ganar el Torneo de Navidad. A la derecha Pedro Ferrándiz y a la izquierda Lolo Sáinz.

En la semana previa al partido el genial entrenador alicantino utilizó una de esas “triquiñuelas” de las que tanto disfrutaba. Su maquiavélica mente siempre estaba lista para idear alguna artimaña con la que desestabilizar al rival y sacar alguna ventajilla de más. La más conocida fue la célebre autocanasta en Varese, pero sin duda su historial estuvo repleta de ellas. En esta ocasión estuvo escondiendo a Wayne Brabender, una de las figuras del equipo en los entrenamientos dotándole de una férula en un dedo qué si bien tenía algo dañado por una fisura, le daba perfectamente para jugar el partido. Con esta maniobra hizo creer al entrenador badalonés Lluis Cortés que uno de sus máximos activos en ataque iba a ser una notable baja en su equipo. Pero no solo el bueno de Lluis se tragó la lesión, si no que en las previas del partido en la prensa, se daba casi por hecho que Wayne no estaría en Badalona.

Finalmente, si estuvo, aunque el rubio jugador de Minnesota no salió en el quinteto inicial y permaneció en el banco esperando su oportunidad, que finalmente tuvo lugar en el minuto 16 cuando Vicente Paniagua tuvo que salir del partido al haber cometido su quinta falta personal. Wayne le sustituyó y dejó una actuación completísima anotando 23 puntos y convirtiéndose en el verdugo de los catalanes. A efectos de inventario decir que el Madrid se alzó con la victoria por 87-72 dejando la Liga prácticamente vista para sentencia. Días después del partido, Brabender negó por activa y por pasiva que no hubiera jugado lesionado “blanqueando” un poco la acción de su entrenador. De hecho, añadió que incluso en Badalona se había lesionado un dedo de la otra mano. Sea como fuere, el genial alero blanco estuvo unos partidos sin jugar por problemas en un dedo, con lo que a saber…

Pero volvamos al partido. Durante toda la primera parte, cierto sector de público situado detrás del banquillo madridista en un ambiente general excesivamente caliente no dejó de insultar repetidamente a Ferrándiz, incluso con improperios muy desagradables digamos que interesándose en su familia y en especial por su progenitor. En el descanso del partido, el entrenador blanco, harto de los insultos y demás “lindeces” que sobre su persona tenían a bien “obsequiarle” desde las gradas, y con un atenuante del que luego hablaremos, perdió los nervios y lanzo un bloc de notas de un periodista del Diario de Barcelona al público. Tras el pertinente rifirrafe, la Guardia Civil se lo llevó a los vestuarios y luego volvió a salir pero escoltado durante todo el segundo tiempo por un agente de la benemérita en el banquillo. Al final del partido y en el túnel de vestuarios, fue el propio periodista al que le había arrancado el arma arrojadiza en forma de libreta, Emilio Arnau, el que agredió a Ferrándiz lastimándole un labio. Cuando lo iban a llevar a comisaría por la agresión, el entrenador alicantino intercedió para que la cosa no fuera a mayores.

Ferrándiz, en Badalona, escoltado en el banquillo por un Guardia Civil

La sangre al final no llegó al río, de hecho, en declaraciones posteriores al partido y en frío, en diversos medios se dejó claro que aun reconociendo que el ambiente estaba harto caldeado, la situación lo requería, los energúmenos que habían sobrepasado la línea fueron una minoría y que el resto del pabellón animó a su equipo con vehemencia pero de forma correcta. La directiva badalonesa se disculpó ante el Madrid por los incidentes y como se dice en estos casos, al final aquí paz y después gloria.

Texto: Javier Márquez Novales

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