El Castilla busca árbitros que se equivoquen humanamente

28 julio 2017 - 05:20
El Castilla busca árbitros que se equivoquen humanamente

Jornada 22 en el Grupo II de 2ªB. El Castilla visita el Nuevo Urritxe para enfrentarse a la SD Amorebieta. El equipo de Solari ya acaricia tres puntos que reforzarán su situación clasificatoria. Sin embargo, en el minuto 88, el colegiado del encuentro, Galech Azpeguita -a instancias de su asistente- se inventa un penalti donde ciertamente no existe ni duda, ni leve contacto ni aspaviento del rival por fingir. Nada de nada. En directo me quedo estupefacto cuando el árbitro navarro opta por señalar el punto de penalti. Una vez más al Castilla le han birlado dos puntos. Un hecho corriente, cotidiano y regular. De forma sistemática el equipo castillista debe forjarse en la competición más sinuosa del mundo, donde los jueces encargados de impartir justicia tienen como patrón el equivocarse en contra del filial. En un sentido de pura probabilidad resulta inusual que todos los errores se concentren para penalizar al equipo de Solari.

Soy de los que piensa que arbitrar no es fácil. No lo es. Cualquiera que haya dirigido una recreación de partido, puede dar fe de que es prácticamente imposible lograr la infabilidad. Todo ello adquiere más alcance cuando debes tratar con jugadores veteranos, en la última vuelta de sus carreras futbolísticas, que hacen del oficio y la protesta dos de sus principios predilectos. Tratan de influir en el árbitro sin ningún rubor. No es sencillo pero, precisamente, reclamo que el arbitraje siga siendo una empresa de extrema dificultad y que, en consecuencia, el reparto de los errores siga un rigor alterno.

No es el caso si nos remitimos al Castilla. Para no retrotraernos en exceso en el tiempo, podemos revisar someramente el playoff de ascenso. El UCAM Murcia pudo inducirnos a la confusión, al alternar el fútbol con embestidas violentas. La UE Lleida se pudo aprovechar de que Álex Salto (actualmente lesionado) es el imberbe defensor que recibe una amarilla cada vez que se tropieza su defendido aunque sea a cinco metros a la redonda. De hecho, Salto debuta con el Castilla procedente del juvenil y comete dos faltas inofensivas que se saldan con dos amarillas. En el playoff de ascenso experimenta esa misma realidad. Dos amarillas cuando las acciones no eran acreedoras ni de falta.

Esta temporada el Castilla se confecciona con incorporaciones de sudamericanos habituados a desenvolverse en las principales competiciones de su continente, avezados a la dureza y a las tretas de los adversarios. Llega también Tena, formado en la siempre experta cantera hispalense y, también, se repesca a Mario Hermoso, un jugador con ardid de líder y mucho carácter. Se pretende superar la falta de experiencia de otros años.
Sin embargo, los arbitrajes siguen siendo manifiestamente perversos, con una línea sistemática de equivocación hacia el equipo castillista.

Vamos a abordar directamente el encuentro de hoy. Empieza como siempre. Febas asume el liderazgo con sus conducciones demoledoras y los contrincantes no escatiman infracciones a la hora de frenarle. Lo mismo que en Lasesarre o en el Alfredo Di Stéfano ante el Majadahonda. Los primeros compases de partido se caracterizan por apreciar a un Febas cariacontecido que reclama mayor protección por parte del colegiado. No se disputa el balón en esos primeros 20 minutos, recibe las faltas que sean necesarias, se corta el juego y el colegiado señala las infracciones sin advertir y sin amonestar. Esos 20 primeros minutos inspiran indulgencia en el infractor, que dispone de bula para «pegar» todo lo que desee.

En este mismo partido, la SD Amorebieta trata de oponer resistencia mediante el fútbol directo, físico. Cada vez que se cuelga un balón en el área castillista, sus jugadores se incorporan con vigor, utilizan los brazos, empujan, desplazan a los defensores. Cargan de la forma que sea. Además de ser altos y corpulentos, entran con «todo» sin que el colegiado señale ninguna falta en ataque. Ese criterio hacia los contactos no se mantendrá como se podrá apreciar a continuación.

En el minuto 30 Luca, en cambio, ve una tarjeta amarilla por, supuestamente, «perder tiempo». En esa media hora el Castilla lo había bordado. Había imprimido ritmo y gran velocidad al juego. Buscaba el segundo gol. Parece difícil determinar una «pérdida de tiempo» tal y como estaba desarrollándose el juego. El colegiado tiró de ingenio para ello.

En la aplicación de reglamento la amarilla de Luca no es singular. De las 6 amarillas y 1 roja que ha visto el Castilla en este partido, solo la de Hermoso responde a una entrada tipificada en el reglamento. Lo demás deben ser observaciones, o reacciones o cuestiones más de índole exógeno al terreno de juego. Bueno, en la retransmisión se aprecia cómo el árbitro amonesta a Enzo por «reiteración», cuando debió cometer 2 faltas en todo el partido.

Muniozguren (excelsa visión de juego la suya) le propina un manotazo en el estómago a Achraf y, a partir de ahí, encadena faltas de todo tipo sin que el colegiado lo amoneste por reiteración. La SD Amorebieta se ha dedicado, en muchas ocasiones, a cortar el juego del Castilla con agarrones por detrás, con entradas fuertes.., y el balance es que han visto 6 amarillas. Conclusión: Menos castigado en el apartado disciplinario.

Ya he apuntado que los jugadores vascos se han empleado con mucha fuerza. Utilizaban los brazos, las manos y lo que hiciese falta. Cada jugada de estrategia comportaba numerosos forcejeos de los atacantes para zafarse de los marcajes. El colegiado no ha querido saber nada en las áreas y ha sido totalmente contemplativo. Yo habría señalado faltas en ataque en varias ocasiones. No lo ha hecho. Lo que sí ha visto, ha sido en el minuto 88 una acción inocua, el balón está a punto de irse por línea de fondo, Valverde alarga el pie, el jugador de la SD Amorebieta se queda inmóvil. No hay contacto. Ni protesta. Ni polémica. El asistente invita al colegiado a señalar el penalti. Pese a estar acostumbrados a ello, la decisión ha encendido los ánimos de los castillistas que han rodeado al colegiado de una forma unánime, algo totalmente alejado de lo que solemos ver.

El partido estaba a punto de consumarse. El Amorebieta ha transformado el penalti y se han escapado 2 puntos. La impotencia y el abatimiento que genera esta estampa no se puede describir. Los colegiados comparten un «lugar común» en los arbitrajes hacia el Castilla. No protegen el «buen fútbol», tampoco la integridad de futbolistas como Febas. Las equivocaciones se hallan en una única dirección.

Sin exhumar demasiados recuerdos voy a refrescarles la memoria. Ante el Toledo, el Castilla pierde en un encuentro en el que Mario y, sobre todo, Campuzano, son objeto de dos penaltis clamorosos. El segundo es de pañolada, una zancadilla flagrante sin nadie alrededor que pueda distraer al árbitro que se salda con la señalización de un saque de esquina.

Ante el Sanse, se deja de señalar un penalti claro a Lin y a Mario Hermoso se le niega un gol legal, ya que su cabezazo traspasa claramente la línea de gol.

Ante el Navalcarnero, el Castilla debe afrontar toda la segunda parte con 9 jugadores. Febas resulta expulsado en una acción en la que ha recibido dos entradas peligrosas y no se corta el juego; mientras que Cobo -evoca a Salto- es expulsado en su debut con el Castilla.

El día que se gana en Zubieta, también cuando se gana existen cortapisas, un penalti que nadie observa después de que se caiga un realista en el primer palo y una expulsión de Achraf injusta, ya que la primera amarilla no es.

Podríamos seguir, contra el Arenas se señalan varios fueras de juego que impiden situaciones claras de peligro y, cómo no, Alex Salto recibe esas amonestaciones que nadie entiende, por tocar un balón con la mano cuando éste se ha colado en la portería.

No es momento de profundizar en detalle en cada arbitraje de la temporada. Ya habrá tiempo. Simplemente quería compartir esta refllexión con ustedes. Hoy he sentido desolación al ver la retirada de los jugadores de Urritxe. El Castilla ha realizado un buen trabajo, pero se le ha privado del premio merecido. Toda la semana preparando un encuentro para que en los últimos compases llegue un «factor corrector» y te lo impida. El día que a estos jugadores se les arbitre de forma humana, con un reparto racional de errores y aciertos, ellos podrán entrar en un estado de sosiego y de felicidad emocional. Hasta entonces, saben que siguen en un lugar inhóspito, en el que cada fin de semana se repite lo mismo: patadas sin cesar a Febas, sí, son los 20 primeros minutos de cada día.

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